El fenómeno Donald Trump

La política del gigante de Norteamérica no es ajena a la coyuntura política nacional. A través de una visión ajustada al pensamiento latinoamericano generalizado sobre las elecciones estadounidenses, esta estudiante de Derecho y Ciencia Política pone sobre la mesa unos argumentos en contra del magnate Trump y su polémica carrera hacia la Casa Blanca.
Por: Mariana Mattos Guzmán. Estudiante de quinto semestre de Derecho y Ciencia Política y miembro del Consejo Editorial, m.mattos10@uniandes.edu.co.
Saltó de las pantallas de televisión a la esfera política en un abrir y cerrar de ojos. El mismo personaje que figuraba junto a las mujeres más bellas según el concurso Miss Universo; quien presentaba el programa televisivo “The Apprentice”; y además el autor en el 2004, del libro ‘Cómo Hacerse Rico’, año donde curiosamente la compañía Trump Hotels & Casino Resorts entró en quiebra. Éstas, por mencionar algunas particularidades del candidato republicano y posible contendor del ganador del partido Demócrata, en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos 2016: Donald Trump.
Realmente es señalado como un fenómeno en la política estadounidense
por sus actuaciones en la campaña presidencial, las cuales a pesar de contener discursos provocadores e insultos contra los negros, inmigrantes, mujeres, hispanos y musulmanes (por mencionar algunos), han logrado que sea el candidato del partido Republicano con mayor número de votos. Y es que así lo demuestran las encuestas, donde en segundo y tercer lugar se posicionan Ted Cruz y John Kasich, respectivamente. De hecho, tan grande ha sido su conquista, que provocó la renuncia de uno de sus competidores, el actual senador por Florida, Marco Rubio, al arrebatarle las elecciones en el mencionado Estado, actuación que sin duda le favoreció el camino político a Trump. Por lo anterior, cabe preguntarse ¿quiénes son los norteamericanos que depositan sus esperanzas en un candidato de dicho talante?
En su mayoría, se ha considerado que los “Trumpistas” son la clase trabajadora o “votantes de cuello azul” (en referencia a los overoles azules de los trabajadores y de la clase media y baja), personas con inseguridades económicas que han sido atraídas por las propuestas de Trump de aumentar los impuestos para las personas más adineradas y disminuirlos para la clase media-baja. Otro porcentaje de estos votantes está constituido por individuos que buscan respuestas a los cambios demográficos y culturales a los que la sociedad estadounidense se ha tenido que enfrentar en los últimos años, si se compara con épocas precedentes. Ejemplo de estos son la alta diversidad racial, el poder político que han adquirido los grupos minoritarios, la presencia de grupos de inmigrantes, entre otros.
Lo anterior, no tiene connotaciones negativas a simple vista, puesto que dentro de las características de la política está que los votantes elijan a los representantes que favorezcan y materialicen en mayor medida sus intereses. Sin embargo, es realmente preocupante y sorprendente, que los miembros de una de las potencias más influyentes del mundo, opten por un candidato que ha tenido como foco principal de su campaña, la discriminación y los extremismos con el fin de lograr que “Estados Unidos vuelva a ser grande otra vez”. Un candidato como Donald Trump, pondría en riesgo los avances que el país con tanto esfuerzo ha logrado alcanzar. Después de un largo periodo de discriminación racial, EE.UU. logró tener por primera vez un presidente negro; hasta el año pasado se les reconoció a las personas del mismo sexo el derecho a contraer matrimonio; se mejoraron las condiciones de la mujer en sus lugares de trabajo, estos por mencionar solo algunos. Por lo anterior, la respuesta a la pregunta inicialmente planteada arroja que una alta proporción de votantes norteamericanos tienen perfil discriminatorio, en la medida en que son intolerantes al cambio y a aceptar convivir con identidades que van más allá de lo “normal” o lo tradicional.
Además de lo anterior, es inevitable pensar que tener a Donald Trump como presidente sería una amenaza, pues la psicología que éste implementa en su actuar demuestra que es bastante irracional y poco coherente. Así lo demuestran actuaciones como las llevadas a cabo en la entrevista con el periodista Anderson Cooper, quien juzgó al candidato como un niño de cinco años por responder “yo no comencé” cuando se le interrogó por las ofensas que hizo a la esposa de Ted Cruz. O al retractarse injustificadamente de su afirmación consistente en someter a algún tipo de castigo a las mujeres que cometieran abortos. Más aún, este candidato ha sido comparado por analistas y académicos, con políticos de la talla de Hitler y Mussolini. Y no en vano se lo ha ganado, pues en su discurso contiene declaraciones que implican tomar medidas enérgicas contra la libertad de prensa, hacer una limpieza étnica de 11 millones de personas (al referirse a los inmigrantes ilegales) o el simple hecho de burlarse de las personas que son consideradas como débiles. Lo anterior sin duda se asemeja profundamente a las ideologías de las políticas fascistas que dejaron una historia negra no solo en Alemania e Italia, sino en todo el mundo.
En fin, esta figura política con tan alto protagonismo puede ser considerado como una amenaza no solo para Estados Unidos, sino para todos los países que con éste se relacionen, y Colombia no sería la excepción, pues es considerado el principal asociado dependiente de los gringos. Lo que empezó como una campaña con poca credibilidad, hoy en día puede ser un peligro: el magnate neoyorquino con inclinaciones proto-fascistas y generador de odio puede llegar a ser el presidente No. 45 de los Estados Unidos. Lo cuestionable al respecto, es que existan votantes que se sientan inspirados en depositar su confianza y esperanzas, durante los próximos cuatro años, en un personaje como Trump. Por ahora solo queda esperar hasta mediados del año, cuando hayan finalizado las primarias, para obtener el resultado final de quiénes serán los verdaderos candidatos a la presidencia. Mientras tanto, se puede mantener la ilusión de que haya un reversazo en esta parodia electoral, lo cual no sería soñar tan alto, puesto que en política nada es cierto.
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