Incentivos perversos

En julio de este año fuimos notificados por correo de la nueva política de monitores: nadie con más de 21 créditos inscritos podría fungir el tan honroso cargo de monitor de una de las Facultades que peor remunera a quienes ejercen este cargo. Para ese entonces muchos estudiantes ya habían enviado sus formularios para ser monitores, o habían organizado sus horarios y actividades académicas para ello. Sin embargo, sus solicitudes fueron devueltas por la secretaría de la Facultad en razón a la cantidad de créditos que habían inscrito. Muchos se preguntaron de dónde había salido esa regla, otros sí conocían su existencia, pero en todo caso se sorprendieron porque nunca había sido aplicada y ahora, de repente pretendían hacerlo, sin avisar con suficiente anterioridad y sin explicar el porqué.
El Consejo Académico, máximo órgano en temas académicos y disciplinarios de la universidad, aprobó la propuesta presentada por Gestión Humana respecto a las condiciones para desempeñarse como monitor en el punto 8 del acta 100-13 del 13 de noviembre del 2013. En ese sentido, la Política de Vinculación de Monitores, con fecha del 13 de agosto de 2015, establece en su punto 4 que uno de los requisitos para la vinculación de monitores sería “tener una carga académica máxima de 21 créditos, con el fin de poder cumplir con sus funciones de monitor”.
Este acontecimiento trajo el descontento de una buena parte del estudiantado, con razones de fondo. El problema que pretende solucionar esta medida es que los monitores puedan cumplir con sus funciones. Ello sugiere que hoy en día no es así, lo cual es cierto, pero no es porque vean 22, 23, 24 o 25 créditos; este es el criterio más accidental de todos. Dicho número no representa nada, mucho menos en una Facultad donde una clase de 4 créditos como Familia parece de dos y una de tres como Estatales parece de ocho. La causa de dicho problema es una falta de control en la selección y desempeño de los monitores: no hay un sistema de selección objetivo, al punto tal de que el criterio mínimo de promedio es saltado muchas veces en la realidad. Es la discreción absoluta del profesor la única relevante. Y claro que es importante lo que piense un profesor de la persona con la que va a trabajar durante cuatro meses, pero hemos visto que su criterio muchas veces es pobre en diferentes dimensiones. Es triste ver cómo priman factores subjetivos sobre la calidad de nuestra educación, donde un buen monitor puede hacer la diferencia.
Así, tenemos que una medida que nuestra Facultad ignoró durante cuatro años tampoco soluciona el problema de fondo, y además crea otros cuantos más. A manera de ejemplo, son varios los casos de estudiantes que han inscrito 24 créditos y han sido a su vez monitores de una o dos clases, en las que, además de tener que prestar apoyo a los profesores en el curso y hacer una revisión o corrección preliminar de trabajos y evaluaciones, también dictan clases y ejecutan actividades administrativas, las últimas dos, funciones no permitidas para un monitor según la Política de Vinculación de Monitores, (3a y 3b), y que dicho sea de paso, no soluciona el límite de los 21 créditos.
Ahora, si examinamos un poco más allá, es fácil llegar a conclusiones menos alentadoras. Lo cierto es que los profesores, por lo menos para este semestre, ya tenían organizado su clase con un monitor determinado. Si dicho monitor tiene que ver 22 créditos tendrá una de dos opciones: trabajar Ad honorem (política, exclusiva de esta Facultad, con la que no estamos de acuerdo y que hemos criticado anteriormente), o retirar una o hasta dos clases para poder conservar su puesto tristemente mal remunerado y no tener que perjudicar al profesor con quien después de mucho esfuerzo logró desarrollar una relación cercana. Si optara por la primera opción, puede que su trabajo no sea desempeñado con el mismo esmero, pues no será monitor oficial. La segunda opción lo retrasaría en su plan de estudios e implicaría buscar a un nuevo monitor con 20 créditos que quizá no sepa del tema, o no le interese, pero que será contratado con el único propósito de llenar el vacío del anterior, pues con la premura que el inicio de semestre trae, sumado a las limitaciones existentes para poder ser monitor, no hay muchas opciones de dónde escoger.
En síntesis, queremos mostrar nuestro descontento con que inscribir más de 21 créditos inmediatamente inhabilite a una persona para ser monitor. Los créditos inscritos no son un reflejo de nada, y la calidad de los monitores debe ser medida por un control estricto de los resultados de las encuestas, e incluso una modificación integral a las mismas. También debe serlo por los profesores a través de un ejercicio honesto sobre la educación que quieren brindar. A lo que debe apuntarle la Universidad es a tener un proceso de selección de monitores más riguroso, en el cual se evalúen aspectos como la disposición de la persona, sus capacidades, su conocimiento y su disponibilidad de tiempo (que no depende de los créditos inscritos, sino de la capacidad de organización de cada quien). Adoptar una medida al azar, pensando que resuelve un problema cuando en realidad sólo lo hace más grande, es, en realidad, un acto improvisado e irresponsable.
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