En 5 preguntas – Arturo Solarte

El exmagistrado de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, Arturo Solarte, renunció a su cargo en el 2013 y por la misma época se destaparon los casos de corrupción que han surgido dentro de las altas cortes colombianas. Arturo Solarte ha reflejado en varias de sus sentencias, que hemos leído a lo largo de nuestra carrera, su compromiso con el Derecho y su rectitud a lo largo de su ejercicio como magistrado. Ante esto, Al Derecho habló con él para entender las razones de su renuncia y conocer su posición ante los distintos escándalos de corrupción que han surgido desde su salida.
Por: Juliana Rojas Bohórquez. Estudiante de séptimo semestre de Derecho y Miembro
del Consejo Editorial. j.rojasb@uniandes.edu.co
1. ¿Qué cree usted que ha llevado a que la rama judicial en Colombia haya alcanzado un punto crítico de corrupción?
Arturo Solarte: Creo que, en general, la corrupción ha afectado a toda la sociedad colombiana, tanto en el sector público como en el privado. Es un problema general y sus causas son múltiples, pero yo destaco la pérdida de valores y la falta de un sentido de
lo público. En la rama judicial desafortunadamente se han presentado casos de corrupción, que incluso han tocado a las que se denominan “Altas Cortes”, y en relación con estos últimos acontecimientos creo que coinciden distintos factores, tales como la ambición desmedida, bajos estándares éticos y, obviamente, un problema en el procedimiento de elección de los magistrados, que permitió que llegaran a esas instancias personas que no estuvieron a la altura de sus responsabilidades.
2. ¿Qué necesita la Corte Suprema de Justicia para superar la crisis en la que
se encuentra actualmente?
A. S.: Creo que pasaran varias generaciones antes de que se superen los efectos
que produjeron los acontecimientos que hemos mencionado. El impacto en
la credibilidad de la Corte y, en general, de la rama judicial fue devastador. Me
parece que la reforma al reglamento que fue aprobada por la Corte fue un primer paso, que debe darse en el marco de un proceso serio de autocrítica. Creo que varias de las iniciativas de reforma que se han tramitado, pero que no han llegado a materializarse, podrían ser importantes. Aspectos tales como unos requisitos más exigentes para llegar a la magistratura, su carácter vitalicio para efectos de que llegar allí sea el punto de finalización de una carrera profesional y no un escalón más dentro de ella y la
eliminación de funciones extrañas a la labor judicial por parte de los magistrados,
serían útiles para superar la crisis.
3. Su renuncia significó mucho dentro de la crisis de corrupción, no sólo de la Corte Suprema de Justicia, sino para la Corte Constitucional. Fue un reflejo del sentimiento de muchos colombianos que no se sienten respaldados por la justicia del país y que al igual que usted no se sienten escuchados, sin embargo, ¿por qué decidió renunciar a la Corte, en vez de quedarse e intentar enderezarla desde adentro?
A. S.: He explicado en otros escenarios el contexto en el que se dio mi renuncia. En ese momento llegué al convencimiento de que era la alternativa más adecuada. Llevaba muchos meses planteando posiciones minoritarias en la Sala Plena, en temas en los que consideraba que la línea que se había trazado para la corporación era equivocada, pero llegué a la conclusión de que eso no iba a cambiar. La renuncia fue un mensaje, para todo el que quisiera oírlo, sobre mi inconformidad respecto de la forma en la que se estaban desarrollando las cosas, particularmente en el ejercicio de las competencias de la Sala Plena de la Corte.
4. Actualmente las facultades de Derecho del país tienen la difícil tarea de promover la carrera judicial en un contexto donde ésta se ha visto desprestigiada desde varios ámbitos, ¿cuál sería su consejo a un estudiante de derecho desmotivado que le interesa iniciar una carrera judicial?
A. S.: Creo que al interior de la rama judicial hay cientos de funcionarios y empleados honestos y comprometidos. Tuve la oportunidad de conocer a muchos de ellos y creo que son un motivo de orgullo para el país. Ser juez es la máxima responsabilidad que se le puede asignar a una persona y por eso la necesidad de que allí lleguen los mejores, en todo sentido. Sería ideal que nuestra rama judicial también estuviera conformada
por jueces provenientes de universidades como la Universidad de Los Andes, que se distingue como un centro educativo caracterizado por la excelencia.
5. ¿Considera que las universidades juegan un papel fundamental en la formación de abogados correctos, o es un tema que inicia desde la familia?
A. S.: La formación en valores comienza en la familia, se extiende al colegio y, obviamente, se refuerza en la universidad. Creo que es una labor de todos. Es importante que en la universidad los estudiantes vivan en un ambiente de respeto por los valores. En ese sentido, de poco sirven las clases de ética profesional si en el medio universitario, en las relaciones profesor-estudiante, o en los procedi- mientos administrativos o académicos, esos valores no están presentes
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