Catalunya: meses después de las elecciones

En este artículo, el autor da luces de la situación que viven los catalanes luego de las elecciones del 21 de diciembre de 2017. Una mirada a uno de los temas que marcó elescenario internacional del año pasado y que sin lugar a dudas comienza a dejar huella en lo que va del 2018.
Por: Jairo Daniel Carreño Monsalve. Estudiante de segundo semestre de Derecho. jd.carreno10@uniandes.edu.co.
El 21 de diciembre de 2017 se llevaron a cabo las que tal vez fueron las elecciones más decisivas para Catalunya desde la entrada a la democracia en 1978. Estas elecciones se celebraron en el marco de una fuerte crisis social al interior de la sociedad catalana. El fuerte movimiento independentista que amenazó con romper la unión y la estabilidad de toda España obligó a que una coalición de partidos unionistas, liderada por el gobierno de Mariano Rajoy, y conformada por el Partido Popular, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos actuaron en virtud de lo establecido en el artículo 155 de la Constitución española. Esto llevó a que cesara el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y a celebrarlos de elecciones autonómicas con la esperanza de que se restablecieran la legalidad y la normalidad. Sin embargo, después de dichas elecciones, la única realidad es que en Catalunya reina la incertidumbre y la sociedad catalana se encuentra más dividida que nunca.
En unos históricos comicios donde según los datos del Parlament de Catalunya participó el 79.09 % del censo electoral vigente, se evidencia claramente la fragmentación que existe en la sociedad catalana. Pues, a pesar de la victoria de un partido unionista, como ciudadanos, con más de un millón de votos y 37 diputados, la realidad es que dicha formación es incapaz de formar un Gobierno. Sus 37 diputados sumados a los 17 del Partido Socialista de Catalunya (PSC) y a los 3 del Partido Popular dejan a los partidos constitucionalistas a más de 10 escaños de ser capaces de lograr una mayoría absoluta en el Parlamento, lo que les permitiría investir al presidente de la Generalitat y conformar un Gobierno.
Sin embargo, el llamado bloque independentista conformado por Junts per Catalunya, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la Canditatura d’Unitat Popular (CUP) con el 47,5 % de los votos y 70 escaños ha logrado una vez más superar el umbral y obtener la mayoría absoluta de la Cámara. En teoría estos números les permitirían conformar un Gobierno que restablezca la normalidad y ponga fin a la intervención de las instituciones catalanas con el fin de abordar las cuestiones que realmente preocupan a todos los catalanes. No obstante, los conflictos internos del independentismo producto de las disputas entre partidos y el hecho de que muchos de los lideres independentistas se encuentran en prisión o en el exilio han provocado que casi tres meses después de celebradas las elecciones aún no se haya conformado un Gobierno, y que en Catalunya la situación sea la de una parálisis institucional absoluta donde solo reina la constante incertidumbre.
En esta situación de división la problemática social parece estar creciendo no solo en Catalunya sino en el resto de España. El nacionalismo catalán que desemboco en el movimiento independentista y en la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) del pasado 27 de octubre ha reavivado los fantasmas del nacionalismo español, produciendo que cada día sean más las manifestaciones falangistas (movimiento de ideología fascista comúnmente asociado con el franquismo) en ciudades como Madrid o Valencia. Además, la parte de la sociedad catalana que quiere la independencia cada día se separa más de la idea de nación española, pues símbolos de la unidad de España como el Rey, la bandera o el himno son asociados a la represión de un Estado que en lugar de derrotar al independentismo en las urnas prefiere encerrar a sus dirigentes en prisión.
En síntesis, nos encontramos frente a una situación que parece estar lejos de terminar, pues cuando el independentismo eventualmente conforme un gobierno se dará inicio a una legislatura que no parece tener otro objetivo que el de seguir chocando con el Estado español, alargando la crisis política y social que divide a los catalanes. Bajo esta realidad sólo queda confiar en que catalanes y españoles encontrarán un punto medio y que a través del dialogo serán capaces de poner fin a una problemática que amenaza los cimientos mismos de la sociedad moderna europea, ya que, cabe recordar, fue la enfermedad de un nacionalismo desbocado la que sumió a Europa en dos guerras mundiales y a España en una dictadura de más de 30 años.
Imágenes: https://www.flickr.com/photos/assemblea/27125614889/
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