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Un mapa para volver a ser


Este artículo hace un homenaje a las palabras y al poder que estas tienen para confortarnos en los momentos más difíciles. Así, nos lleva en un recorrido por las sendas de cuatro libros que “pueden llegar a leerse como un mapa para volver a ser” cuando la vida nos destroza sin previo aviso.

Por: Juan Felipe Díaz Gómez. Estudiante de séptimo semestre de Derecho, opción en Periodismo y Codirector del periódico Al Derecho. jf.diaz13@uniandes.edu.co .

Si existe algo cierto y certero en la experiencia de crecer, es mirar hacia atrás y darse cuenta que nuestro lienzo virgen de años pueriles —virgen en cuanto a las cicatrices propias de aprender, crecer, vivir— se va manchando, estropeando. Llevamos marcas invisibles que dan cuenta de los retos que hemos debido afrontar y de los dolores que, a golpes, nos han forjado con el tiempo. La vida tiene la extraña costumbre de enviarnos mensajes cifrados, y tenemos que hacer todo un trabajo de interpretación y traducción para entender qué es lo que realmente quiere decirnos. A veces estamos tan absortos en nuestras vidas, tan cómodos en nuestra felicidad, que pasamos por alto estas señales. De ahí en adelante, todo es más difícil. A muchos, las lecciones más duras nos llegan con la fuerza arrolladora y el impacto devastador de una bomba atómica.

Podría especular sobre las diversas causas y formas en que estos aprendizajes se manifiestan; también afirmar que de aquellas formas, el desamor es la que más ha aquejado al ser humano desde que se inventó el amor (sí, que fue inventado, pero eso es tema para un tratado minucioso y ajeno a este texto). Como tal vez puedan suponer de las líneas precedentes, continúo inmerso en las arenas movedizas que aquietan la vida cuando se vive un desamor. Sin más, y sin atribuirme dotes de editor literario, el propósito detrás de esta confesión no es otro que encontrar un refugio en las palabras y un consuelo en el bello oficio de escribir.

Pensándolo bien, ese refugio es de doble vía, pues en la lectura se encuentra también un cálido entendimiento de las situaciones que nos acosan. Por esto, y porque los libros nos llegan siempre en el preciso momento en que los necesitamos, no antes ni después, me lanzaré al vacío y haré una breve mención de cuatro libros que me llegaron en estos meses y que pueden llegar a leerse como un mapa para volver a ser…con la esperanza de que alguien pueda interesarse en su lectura.

El primero de ellos es Tokio Blues (Norwegian Wood), del escritor japonés Har uk i Murakami. Publicado en 1987 y situado en la capital japonesa de finales de los años sesenta, Murakami se explaya sobre la historia de Tōru Watanabe, un joven universitario que vive sus días sin afán alguno. Versando sobre temas tan trascendentales para el ser humano como el amor, la amistad y la muerte, Murakami desarrolla una de esas historias que, parecería, sólo pueden existir en las letras. El libro tiene además un particular valor agregado: el autor logra ser absolutamente elocuente por medio de sus palabras, pero también por medio de la música que escuchan sus personajes. No es gratuito que en momentos de desasosiego adolescente, Watanabe se pase sus ratos escuchando las primicias de los Beatles. Tampoco es gratuito que los momentos más solemnes y reflexivos tengan de fondo interpretaciones de Johannes Brahms, o que el ambiente general del libro sea justo como el jazz de Bill Evans y Miles Davis.


Escrito con una simpleza envidiable, parecida a la de The Catcher in the Rye (1951) de J.D. Salinger, Murakami logra una historia empática y reflexiva sobre lo que viene cuando llega el desamor. Recomiendo, además, leerlo con el tiempo y la disposición para dejarse llevar por la música de cada escena. “El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor, esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso” (Murakami, 2005, p. 358).

El segundo libro es Historia oficial del amor, del escritor colombiano Ricardo Silva Romero. Aunque parecería ser el libro menos recomendable para leer en una situación desamorosa, es en realidad un alivio ante lo duro que puede llegar a juzgarse uno mismo. Publicado en 2016, Silva Romero cuenta a través de metáforas la historia de amor más linda del mundo: la de sus padres, y más que esto, la de su familia en general. A pesar de que el factor autobiográfico puede desincentivar a muchos, es un libro que demuestra una vez más que García Márquez tenía razón al mencionar que los autores latinoamericanos poco trabajo le dejan a la imaginación, pues nuestra realidad es mil veces más rica que cualquier ficción.


Este es un libro retador para el lector, sobre todo al comienzo, pues rompe con el esquema cronológico al que estamos acostumbrados: es una historia contada hacia atrás, comenzando en 2015 y terminando en 1932. Una vez familiarizado con este orden, el lector debe prepararse para enfrentarse con un reto aún mayor, conociendo su situación desamorosa: la historia de una pareja que cumplió con el deber ser que todos queremos en una relación, con inmenso amor sortearon las vicisitudes y desafíos de la vida. Y lo cumplieron sin ser ajenos a la historia del país, sino siendo protagonistas de muchos eventos importantes en la historia nacional.

Por esto último, también puede resultar retador y satisfactorio el hecho de que es un libro en el que el rescate de la memoria permite aprender más sobre la Colombia del siglo XX. Su lectura deja un sabor agridulce de esperanza ante el ejemplo de que el deber ser del amor sí se puede lograr, pero con la consciencia más sólida sobre el inminente fracaso que se está viviendo. “Después de años y años de casados, y de rutinas, quizás no sea tan evidente este amor, pero ¿y si el amor, como piensa el tarot, no es solamente una suerte, sino también un destino?, ¿y si el amor no es sólo un accidente, sino, más bien, una disciplina y un empeño?” (Silva Romero, 2016, p. 301).

El tercero es El último encuentro, escrito por Sándor Márai y publicado en 1942. Esta historia narra la última cena de dos amigos entrañables que se separaron durante la juventud y que, 41 años después, se reencuentran en el ambiente taciturno de un viejo castillo en Hungría. Durante la cena, mantienen un diálogo en el que repasan detalladamente los sucesos que llevaron a que un día, sin más, su amistad se viera suspendida. Lo que resulta llamativo es la profunda reflexión que hace Márai sobre los pilares de la vida que son las amistades entrañables y aquellos amores dignos de realismo mágico.


Explora también la misma naturaleza humana y la forma en que la verdad absoluta libera al espíritu en los casos en que más incertidumbre nos muestra el camino. Entre sus líneas, puede el lector encontrar respuestas a esas preguntas que lo acosan y consuelo a la angustia propia de la recién conocida soledad. Una vez más, recomiendo leerlo escuchando la canción transversal a la historia: Polonesa Fantasía, de Frédéric Chopin. “Las personas que entregan su alma y su destino a la soledad no tienen fe. Sólo esperan. Esperan el día o la hora en que puedan dilucidar todo lo que les ha conducido a la soledad con las personas que son responsables de ello” (Márai, 1999, p. 96)

Por último, Seda, del italiano Alessandro Baricco. Publicado en 1996, Baricco cuenta la corta historia de Hervé Joncour, un francés millonario del siglo XIX cuya actividad principal se da alrededor de la seda. Por una enfermedad que daña los huevos de los gusanos, se ve obligado a ir hasta el “fin del mundo”: Japón. Allá conoce a Hara Kei, su nuevo proveedor de huevos de gusano, pero conoce a la única persona cuyos ojos no tenían un sesgo oriental. Aunque en sus cuatro viajes jamás cruzó palabra con aquella mujer, entre miradas habían caído en un profundo amor que sólo podía interpretarse mediante las predicciones de los vuelos de los pájaros en el cielo de la provincia nipona.

A pesar de su simpleza arrolladora, Seda plantea complejos interrogantes sobre qué es el amor, y por qué llega y se va como el viento propio de una tempestad, desbalanceándonos y dejándonos atónitos con tantas preguntas en medio del desastre. Sin embargo, parece empujar al lector a vivir la “indestructible calma de los hombres que se sienten en su lugar”, a saber que se vivió justo lo que debía vivirse, ni más ni menos.

Esto, justamente, es suficiente razón para ponerse de pie y caminar hasta toparse con una nueva tormenta. “Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós” (Baricco, 1999, p. 113). 

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