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¡No las rote!

Por: Javier Felipe Pachón Velasco. Estudiante de séptimo semestre de Derecho y Gobierno y Asuntos Públicos y miembro del Consejo Editorial. jf.pachon@uniandes.edu.co

Han pasado pocos días desde el atentado en la Escuela General Santander, y qué difícil resulta iniciar esta columna sin poder suprimir la imagen de un carro bomba. Tan solo escuchar o leer estas dos palabras [carro bomba] —que tanto aparecen en prensa hoy— tiene un impacto desgraciadamente alto en nuestra percepción de la vida, nos consternan y desconsuelan en un escenario excesivamente frágil y vulnerable. La tristeza es infinita, pues aunque quisiéramos leer “carro bomba” solo en libros de historia, hoy nos toca darle la cara a una tragedia que muchos jamás habíamos experimentado.

Hay que decirlo: nadie, ni siquiera los habitantes de aquellos Estados que más padecen de actos terroristas, está verdaderamente preparado para conducirse correctamente frente al drama que supone un acto como el que sufrió Bogotá esta semana. Con todo, el sentido común de algunas pocas personas parece absolutamente descompuesto y creo que frente a ellos hay un enorme grupo de ciudadanos que ha acertado al hacérselos notar. Pude verlo el jueves cuando un miembro de un grupo de WhatsApp sobre discusión política —del que también hago parte, claro— creyó oportuno adjuntar más de diez fotografías absolutamente morbosas de los tormentosos momentos que padecieron las víctimas fatales del atentado, una serie de retratos crudos y sangrientos que vulneran la honra de los policías de la Escuela y sus familias. La respuesta del grupo fue de indignación y contundente rechazo; algunos arrojaron frases como: “a lo bien pensó: ¿si tienen fotos bien sangrientas, rótelas que tenemos ganas de verlas?”, que unidas a otras reflexiones fueron suficientes para que este personaje reconociera su error y eliminara las fotografías. Este rechazo [hacía el morbo que suscitó en algunos el atentado] lo he percibido también en otras redes sociales, tanto en cuentas oficiales como corrientes, en las que los usuarios comprenden que el difundir estos momentos de intenso dolor solo sirve para acrecentar el sufrimiento de todos nosotros.

Leer “carro bomba” en los titulares de prensa de todos los medios de comunicación, nacionales y también extranjeros, ya es un verdadero tormento. El homicidio de nuestros policías, hermanos, hijos, amigos, ya constituye una enorme tragedia. Por favor, encienda muy fuerte su sentido común y ayúdele a su vecino, ese que tiene delirios de periodista y difunde ese devastador material, a encenderlo para que no amplifique el dolor de tantas familias que hoy pierden un pedazo de su vida. Hágalo por el país que nos merecemos, por el respeto que merecen nuestros héroes.

A todas las victimas: Paz para ustedes, Colombia no los olvidará.

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