Roma: un homenaje a los invisibles

Por: Matilde Rincón Lorduy. Estudiante de tercer semestre de Derecho, opción en Lengua y Cultura Francesa y miembro del Consejo Editorial. mr.rinconl@uniandes.edu.co
Para Ia…
En este punto, de seguro han oído acerca de Roma, la película del director y guionista mexicano Alfonso Cuarón, que se estrenó hace unos meses en la plataforma de streaming, Netflix. Probablemente, también han escuchado sobre las históricas 10 nominaciones que ha recibido esta cinta para los premios Oscar, que se llevarán a cabo en febrero de este año. Así, aunque, como muchos, soy escéptica de la capacidad de estos premios para reconocer la verdadera excelencia, debo admitir que, a mi juicio, Roma encarna un trabajo excepcional, no sólo en cuanto a su creación, sino —sobre todo— con respecto a la tan necesitada visibilidad de los socialmente invisibles.
Roma está ambientada en la colonia homónima de Ciudad de México, en los años 70. En este lugar, Cuarón decide entrar en la casa de una familia de clase media, donde dos jóvenes de ascendencia indígena trabajan como empleadas domésticas. Una de ellas, Cleodegaria “Cleo” Gutiérrez (Yalitza Aparicio), es el personaje principal, desde cuyos ojos se narra una historia de amor, de servicio y de cíclica subordinación.
Desde el inicio, se muestra a Cleo como la encargada de las tareas cotidianas —lavar la ropa, despertar a los cuatro niños, pasear al perro—. Ella es la persona que, en conjunto Adela (Nancy García) —la cocinera de la casa—, mantiene en pie el hogar en medio de la paulatina ruptura del matrimonio de sus patrones.
Si bien ocurren sucesos tormentosos, entre los que están una traición amorosa, un embarazo no planeado, una muerte y un accidente que pudo ser fatal, considero que lo más remarcable de la película es la forma en la que, en la vida de Cleo, todo vuelve a un estado parecido al anterior. A pesar de algunos momentos en los que Cleo parece ser la protagonista de su propia historia —como cuando sale con Adela y ambas hablan tranquilamente en su lengua natal, Mixteco—constantemente se le recuerda que su vida está al servicio de los demás.
Luego, no importa cuánto amor recibe por parte de los niños que ha criado, ni cuánto aprecio siente su jefa por ella, Cleo regresa —siempre y sin condición— a su posición de subordinada. Como lo evidencia la ubicación de su cuarto, en un altillo sobre el patio de la casa, Cleo es indispensable para la supervivencia de la familia y, aún así, no es considerada parte de ella.
Precisamente por lo anterior, el enfoque dado por el director y guionista es tan importante para transmitir el mensaje de Roma. La totalidad de la cinta es presentada en blanco y negro, lo que, en conjunto con alejamientos y acercamientos estratégicos, hace que lo cotidiano se sienta extraordinario.
La caracterización de Cleo está inspirada en Liboria “Libo” Rodríguez, la mujer que crio al director en una casa muy parecida a la de la cinta. De esta manera, el personaje de Cleo interactúa con Cuarón para contar un relato íntimo desde una perspectiva similar a la que tendría una película de superhéroes o de hazañas épicas. En consecuencia, se pone en el primer plano la imagen de una mujer que había sido relegada al fondo, como ocurre en la realidad, sin cuestionarnos por qué.
Es así como Roma hace visibles a los que han sido históricamente invisibles. A aquellos cuya existencia damos por sentada —por su raza, su sexo o su estrato social—, pero sin los cuales no podríamos llevar la vida que llevamos. Roma es un reflejo de nuestras sociedades latinoamericanas, marcadas profundamente por los vestigios de la colonia, y por las desigualdades que estos arrastran.
Es una mirada al interior de muchas casas, en las cuales niños como los de la película —y como yo— crean vínculos familiares con las personas que están ahí para darles amor y calor de hogar. Es una invitación a reflexionar acerca de nuestras acciones, y a no actuar por inercia como lo hicieron nuestros antepasados sino, en cambio, a valorar a cada persona que ingresa en nuestras vidas, y a procurar que —haciendo uso de nuestro privilegio— podamos ayudarlas a construir una propia.
Referencias
Imagen: La Tercera
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