Matices de la ayuda humanitaria para Venezuela

Por: Daniel Felipe Enríquez Cubides. Estudiante de tercer semestre de Derecho, opciones en Gestión Pública y en Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo y miembro del Consejo Editorial. df.enriquez@uniandes.edu.co.
En estos días, se anunció la recolección de ayuda humanitaria por parte de varios países de la región, traducida en alimentos y medicinas, para que sea ingresada al país vecino por las distintas fronteras. En dicho marco, el día de ayer llegó a Cúcuta el segundo cargamento de provisiones en un avión militar de Estados Unidos. Las reacciones en medio de esta situación han sido diversas. Por un lado, Nicolás Maduro acusó a Colombia y a Estados Unidos de disfrazar una invasión militar con una misión humanitaria, por lo que ordenó la movilización de tropas militares a los distintos puntos de la frontera. Ante esta situación, se vive una gran incertidumbre sobre qué pasará el próximo 23 de febrero, día previsto para el ingreso de la ayuda humanitaria.
Frente a las acusaciones de Maduro, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, respondió que: “alimentar un pueblo que se muere de hambre no es provocación, esta es una operación estrictamente humanitaria, darle otra interpretación es equivocado y por eso queremos desde acá pedirle a todos los miembros de la fuerza pública venezolana que permitan la entrada de estos alimentos y medicamentos que van alimentar a sus esposas y hermanos, no es una provocación es un acto de amor”. En ese sentido, la comunidad internacional le solicitó a los militares que estarán en la frontera que dejen ingresar la ayuda humanitaria, que dejen que el pueblo “deje de sufrir”.
Aunque todas las formas de ayuda deben ser bienvenidas para tratar de subsanar la crisis que se vive en Venezuela, las ayudas previstas para el 23 de febrero son apenas insuficientes. Uno de los mayores problemas al respecto, es la ausencia de cifras oficiales sobre la crisis que vive el país, debido a que todas las estimaciones pueden sufrir profundos sesgos. Esto, por provenir de organismos controlados por Maduro, que pueden minimizar la gravedad de la situación. O bien, por provenir de organismos multilaterales que, sin tener un contacto directo con la situación, y que de frente han condenado al régimen, pueden exagerar las cifras.
Con esto, no se quiere confirmar las afirmaciones de Juan Guaidó, el autoproclamado presidente interino de Venezuela, quien dijo que Venezuela necesitaba 100 millones de dólares adicionales en ayudas humanitarias, adicionales a las 70 toneladas que se buscan ingresar en estos días. Si bien cualquier estimación asumida como cierta sobre las necesidades del vecino país es irresponsable y populista, es evidente que las ayudas que se requieren son inmensas. Entonces, los cargamentos que llegan a las fronteras, incluso si presumimos una absoluta buena intención de los distintos países que le han hecho un cierre a Nicolás Maduro, son un vaso de agua en una hoguera vivaz y de mayores proporciones. El único extinguidor posible, definitivamente, es la democracia. Del restablecimiento del orden democrático en Venezuela, a través de una transición pacífica, depende de que la situación pueda, si quiera, mejorar un poco a muy largo plazo. Tampoco se puede asumir que un cambio de gobierno va a reparar un país que se ha destruido por completo en los últimos años. Si la comunidad internacional considera suficiente propiciar la salida de Nicolás Maduro del poder, ni todos los cargamentos de alimentos en el futuro podrán salvar al pueblo venezolano. Las ayudas humanitarias no tendrán efecto si no se vuelve a la normalidad en el país, si no se propicia la posibilidad de que Venezuela pueda subsistir por sí misma, de manera independiente, por lo menos en un mediano plazo.
Aun así, lo cierto es que el presidente de Colombia, Iván Duque, y Juan Guaidó, se comprometieron a que la ayuda humanitaria pueda ingresar al país vecino; esperan que los militares lo permitan, pero tienen un “Plan B” en caso contrario, el cual por obvias razones no revelan a la opinión pública. Todos esperamos que las familias que más han sufrido las consecuencias de esta tragedia puedan ser atendidas y tener un poco de esperanza en medio de su oscuridad, aunque tampoco es claro cómo se abordará la situación ni como se garantiza que las ayudas lleguen a quienes realmente las necesitan. Por ahora, solo nos queda desear lo mejor para esta misión humanitaria y rogar porque no “cambie” el sentido de la política de la comunidad internacional frente a Venezuela. Una invasión, como la llama Nicolás Maduro, no le conviene a nadie más que una dictadura para aferrarse más en el poder, mientras asesina a miles de inocentes, aquellos que no tienen voz y que son quienes realmente sufren las consecuencias de las decisiones de quienes se encuentran cómodos en el poder.
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