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Doble filo

Y entonces Alfonso Reyes, el mexicano universal, decía que la conciencia se encuentra en la punta de la pluma. El leer siempre lleva al escribir, y el escribir se convierte en una condena cuya salvación es ella misma. Los textos de postulaciones se convierten en un franco dilema: ¿sobre qué escribir? Y, más importante aún: ¿cómo hacerlo? Acá les presentamos una suerte de crónica de la redacción de un escrito. Una historia personal y universal.

Por: Daniela López Carvajal. Estudiante de séptimo semestre de Derecho y miembro del Consejo Editorial. d.lopez12@uniandes.edu.co.

Siempre he creído que las postulaciones a estas convocatorias de nuevos miembros son un arma de doble filo. Por un lado, si yo decido participar, se supone que tengo un interés primitivo de aplicar y posiblemente un interés real de quedar dentro de los seleccionados. Sin embargo, las acciones que despliego con el objetivo de alcanzar estos dos intereses tales como: llenar un formulario y escribir un artículo de cualquier tema son contrarias a otros intereses que también habitan en mí.

Se preguntarán ¿cuáles intereses? Simple, por un lado, el interés temerario de no ser rechazado, que caracteriza, me atrevo a decir, a la mayoría de los seres humanos. Y por otro, el interés a no ser calificado como bueno o suficiente, pero no bueno o suficiente en algo banal. Me explico, no es que no sea lo suficientement bonita o lo suficientemente buena deportista, es no lograr ser lo suficientemente buena escribiendo para entrar a un círculo de participación compuesto por estudiantes que sí fueron lo suficientemente buenos haciendo lo mismo que yo hago justo en este momento.

¿Por qué esos temores se han vuelto importantes? Fácil, el primer temor responde a una categorización mental por nivel de importancia que he hecho de mis aspectos de vida. Evidentemente,se hallan en los ejemplos de “banales” bastante sesgados que di anteriormente, es decir que, a mi capacidad intelectual, en este caso de escribir, le doy mucha más importancia que la que le doy a la percepción de mi belleza o de mis habilidades motoras y de coordinación.

El segundo, responde a una idea infundada. Desde que todo estudiante uniandino entra a formarse como abogado, más de un profesor durante su carrera le dirá que una de las cualidades básicas que debe tener un buen abogado es la escritura, “sin eso no puedes elaborar buenos conceptos jurídicos, no puedes hacer buenas demandas, incluso no puedes destacarte en la academia”. Es así como un estudiante que le da importancia a los profesionales que lo instruyen en el arte que abarcará más de la mitad de su expectativa de vida (que es mi caso), crean una oración básica en su cerebro “si no logras escribirbien, no serás un buen abogado”.

Claro, también existen estudiantes cuya ambición no es ser un buen abogado, sino quizá solo un abogado, o incluso solo una persona con el título de abogado, pero debo confesarles que ese no es mi caso. De ahí la importancia de estos temores. Ahora bien, después de identificar por qué me siento tan conflictuada al participar, opto por arriesgarme y me convenzo a mí misma de que “el que nada arriesga nada gana”. Sin embargo, mi intranquila mente empieza un nuevo cuestionamiento: ¿sobre qué escribo? Ellos, me digo, dicen que puede ser sobre cualquier tema, que es indiferente. Pero, en medio de mis confusos y en ontrados pensamientos, me inclino a pensar que en realidad sí es importante el tema. Tal vez, sería mejor si hablara de sucesos importantes, que demostraran mi alto nivel de conocimiento y el uso de lenguaje técnico y “rimbombante”, a contar algo insustancial, como relatar la cantidad de veces que yo intenté en mi niñez matar una mosca porque el zumbido que ellas producían con sus alas era perturbador para mí.

Pero entonces, llega a mi mente la idea de que quizás el primer ejemplo es lo más común, que los estudiantes que también aplican a esta convocatoria querrán impresionarlos, en cambio, ¿si yo adopto una postura simplista? Y así, sumado a mi habilidad de escritora, si logro seducirlos con la impresión que les causará mi estilo diferente, muy distinto al ya monótono estilo pretencioso ¡Me escogerían! Es muy arriesgado, pensé instantáneamente.

Otra vez mis miedos internos me impedían apoyar mi índice en alguna letra del teclado, solo veía una hoja de Word en blanco. Fue entonces cuando dije: bueno, “ni tan cerca que queme al santo, nitan lejos que no lo alumbre”; decidí que mis opciones se estaban reduciendoa meros extremos y una vez más me aventuré a elegir un tema medio, algo experiencial, pero con relación a la academia. Ahora había llegado la parte más desafiante: concretarlo.

En realidad, no me tomó mucho tiempo, fue casi que instintivo pensar en mis vacaciones donde acostumbro a salirme de la esfera del Derecho y me dedico a leer por pura curiosidad y placer. Como ya había adoptado la postura gris (ni muy blanco, ni muy negro) decidí analizar, a la luz de la doctrina sobre las instituciones de North, la novela La cuadra de Gilmer Mesa. Pues fueron, en ese orden, las lecturas que más me gustaron de mis vacaciones. Bueno, en realidad la primera la entendí de manera más casuística con un hombre muy especial, quien hace maestría en Economía y solo me planteaba escenarios políticosociales colombianos en donde el concepto de North encajaba de maravilla.

La novela de Mesa, por su parte, narra la vida de los “pillos” que vivían en las comunas de Medellín y su autor (quien hacía parte del relato y se consideraba otro “pillo”) trata de explicar cómo, siendo niños y jóvenes, la realidad social que ellos vivían configuraba su mente de maner tal que su máxime en la vida era ser el mejor sicario del cartel de Medellín en los años de Pablo Escobar. Mi idea, entonces, era extraer de la novela de Mesa las normas y los mitos que habían marcado el comportamiento de esa sociedad y por ende su evolución social.

Grosso modo demostrar que, efectivamente como indica North, la historia demuestra que las ideas, las ideologías, los mitos, los dogmas y los prejuicios son importantes, y que una comprensión de la forma en que evolucionan es necesaria para un mayor progreso en el desarrollo de un marco para entender el cambio social. Pero incluso después de desarrollar esta tesis (que realmente me pareció interesante) y fantasear con sus posibles argumentos, llegaron a mi mente una vez más mis temores: ¿y si alguno de los que revisan mi artículo es un conocedor a fondo de North?, ¿si me tachan de laxa o superflua con mis argumentos?, porque no solo se trata de tener un llamativo lenguaje para convencer, sino de ser proponedora de nuevas idas argumentadas y con suficiente profundidad académica, o ¿si suena muy pretencioso y creen que es solo un texto de una “vieja” de Derecho con delirio de economista.

Entonces, me rendí, decidí enfrentar mis miedos y darles a ustedes varias de las cosas más preciadas de mí: acceso a mi pensamiento, a mi estructura mental y a mis miedos. Definitivamente esta convocatoria tiene un doble filo ¿Habrá Valido la pena exponerme así?

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