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Saludos, Roberto Bolaño

En aras de enamorar a cualquier lector desprevenido, el autor elogia aquello que lo cautivó del autor chileno Roberto Bolaño y busca reflejar, a través de las experiencias de Bolaño, el rol del fascismo chileno dentro de su obra. Adicionalmente, realiza una oda a textos menos conocidos del autor, como lo son Estrella Distante y Sensini, mencionando la frustración perpetua que surge en el proceso de creación literaria de cualquier escritor prominente.

Por: Daniel Eduardo Macías Díaz. Estudiante de primer semestre de Derecho. de.macias@uniandes.edu.co

Roberto Bolaño es uno de esos escritores mito, de esas mentes prominentes que ven truncada su genialidad cuando apenas llegaba su momento cumbre. Hecho trágico, claro, pero que no hace más que sumarle a la leyenda de sus textos. Hay quien por esto le coloca el adjetivo de maldito, y en alguna entrevista el mismo Bolaño dijo que “por escribir casi la palmo”. Una frase que significa tanto como aquel verso de su compatriota Enrique Lihn: “porque escribí estoy vivo”.

Aunque adular la prosa del chileno es ya un tópico, a veces se hace inevitable, y hay que reconocer cuándo algo merece a lo sumo ser enunciado. Yo, desde mi modesta posición, no puedo abarcar todas las esquinas de su prosa, ni mucho menos hablar con propiedad de una figura que ha sido inspiración de las generaciones venideras. Sin embargo, aunque en el resto de hispanoamerica y también en la Península su nombre es bien conocido, tengo la impresión de que aquí en Colombia no ocurre lo mismo. En cambio, el apellido “Bolaño” parece otra mención en una larga lista de “hay que leer”.

Este texto, entonces, se construye como una carta de invitación, un saludo muy sincero que busca únicamente despertar la curiosidad del lector. Para que ese que aún no ha abierto ningún libro de este autor pueda descubrir qué tienen de especial esas páginas y si puede enamorarse de ellas.

Para introducirnos en la obra de Bolaño he decidido traer a colación dos relatos: una novela y un cuento. Ambos, a pesar de no ser sus textos más reconocidos ni de lejos e, incluso, a pesar de estar opacados por tomos enormes como 2666 o Los detectives salvajes, poseen un par de virtudes importantes. La primera es su brevedad. Ya que uno es una novela corta y el otro un cuento no muy largo, el lector que inicie con ellos no tardara apenas en disfrutar de estas obras. Pero más considerable que eso, lo que resalta es lo mucho que nos revelan sobre quién era Bolaño. A través de su cuidada escritura, y a su modo, representan lo que significa la tarea del escritor y también dan una muestra de esos temas con los que estaba obsesionado. Entre ellos está el de la tarea del artista, que es difícil, poco tiene de noble y constantemente lleva a la misma pregunta sin respuesta: ¿de qué sirve escribir?

En ese orden de ideas, la novela que mencionaré es Estrella Distante. Se trata del segundo trabajo publicado del autor y es, de hecho, una extensión de su opera prima La literatura Nazi en América. De este último, Estrella Distante pide prestado un personaje que servirá de protagonista de la historia: el teniente de la Fuerza Aérea Chilena, antes llamado Ramírez-Hoffman y luego Carlos Weider. Él es la encarnación de algunas de las fijaciones de Bolaño: el fascismo, la muerte y el arte. Como parte de su inspiración, tomó su experiencia (que casi le cuesta la vida) en el golpe de Estado en Chile y una anécdota que, supuestamente, le contó un exmilitar. De esta forma narra lo que él llama “una aproximación, muy modesta, al mal absoluto”. Bolaño se concentra en esa dualidad entre el Weider artista —que escribe sus poemas con un avión en el firmamento— y su estrecha relación con la muerte, y lo que significa la maldad. Así mismo, surgirán todos los temas de la trama que desembocan con un desenlace detectivesco, marca especial de Roberto.

En otra instancia, me gustaría presentar el cuento Sensini. Este texto es el que abre su antología de relatos Las llamadas telefónicas. Es, por mucho, la obra maestra de dicha recopilación y su nacimiento tiene lugar en un encuentro inesperado con Antonio di Benedetto. Mientras vivía en España, Bolaño ve entre los participantes de un concurso literario a esa figura inesperada: un escritor de renombre y con amplia bibliografía que se ve obligado a inscribir sus libros a certámenes de ayuntamiento debido a su situación económica. En el libro, Benedetto se convierte en Sensini, ese escritor maravilloso pero caído en desgracia que trabaja únicamente en esas convocatorias simples. El punto especial del cuento, además de su historia y estilo maravillosos, se encuentra en la ambición literaria que Bolaño tuvo al escribirlo. Lo denomina una “instalación” desde donde parte para introducir otro de los elementos comunes de su prosa: el juego literario. Esto significa una conversación abierta autor-lector pero que no es un simple puente entre la ficción y lo real, sino un intento de darle vida a la literatura y de empujar, al mismo tiempo, sus límites. Tanto así, que el propio Sensini es presentado en un concurso y recibe el premio mayor.

Se cumple, entonces, una necesidad que Bolaño ve en la literatura: no se trata sólo de entretenimiento, pues este enfoque no asegura vida larga a lo escrito; en cambio, los textos deben tener un peso más allá. Para cumplir ese aspecto existe el juego, como un espejo que permite reflexionar sobre el texto mismo y todos los involucrados en él. El cuento se convierte, así, en todo un experimento literario.

Con estas dos breves recomendaciones espero animar a quien lea este breve artículo a entrar de lleno en la obra de Bolaño. Mi intención final es la de poder visibilizar a un escritor que quizá permita a algunos enamorarse (o rehacerlo) de los libros, a la vez que se permiten tener las mismas dudas que asolaban al chileno. Su historia es interesantísima y deja entrever una vida entregada de lleno al arte, pero que nunca pudo librarse de las preguntas sobre la validez de su trabajo.

Estos motivos, en conjunto con su técnica pulida y cuidadosa, son suficientes para al menos echar un vistazo a alguna parte pequeña de su vasta producción. Y para aquellos que no lleguen a conectar con Roberto Bolaño, siempre podrán tomar todas estas palabras como un recuerdo de su propio escritor querido, el que les hace rememorar lo bello de leer y lo que la literatura puede enseñarnos sobre nosotros mismos.

Imagen: Centro Cultural, Festival de Lima.

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