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Del Rgc al Boston Park Plaza

Desde hace cinco años, un equipo compuesto por estudiantes de varias facultades de la Universidad de los Andes ha participado en el modelo de naciones unidas de la Universidad de Harvard -el más reconocido a nivel mundial-. Allí, enfrentándose a equipos de todo el mundo, ha logrado consolidarse como un referente en la competencia, con destacadas participaciones e importantes reconocimientos. ¿Qué hay detrás de sus triunfos?

Por: Alvaro José Salgado, estudiante de séptimo semestre de Derecho y Entrenador Uniandes HNMUN 2019; y, Camilo Torres Casanova, estudiante de octavo semestre de Derecho y Entrenador Uniandes HNMUN 2020.


Nota: Hasta hoy (Abril 24), Uniandes HNMUN está recibiendo aplicaciones para el equipo que participará en el HNMUN 2020. Puedes aplicar haciendo click aquí.


No es fácil venderle a la gente la idea de ir a un Modelo de Naciones Unidas. A todas luces, parece algo ridícula la idea de tomarse tan en serio lo que en esencia es un juego de roles basado en discutir acerca de temas algo rebuscados.

Lo que pasa es que nuestra experiencia es mucho más profunda que lo que se ve desde afuera. UNIANDES HNMUN es más que simplemente un equipo de uniandinos, compuesto por estudiantes de diferentes facultades, que por los últimos cinco años ha asistido a Harvard National Model United Nations en Boston.

Todos los años, iniciamos nuestra preparación en abril. Así, después de un arduo proceso de selección se escogen a las personas que demuestran tener un altísimo potencial para hacer parte del equipo. Para esto, se tienen en cuenta criterios como la motivación de la persona, su forma de ser y proyectarse, y ante todo, la existencia de capacidades de liderazgo. El resultado, cada año, es muy interesante: una delegación de entre diez y veinte personas de diferentes contextos.  

Una vez empieza el proceso de preparación, con reuniones semanales, inicia también una experiencia llena de altibajos, pero que nos atrevemos a decir, cambia vidas. A medida que vamos avanzando, la intensidad del proceso genera una confrontación constante con los límites que cada quien tiene en su propia cabeza; el hecho de creerse incapaz de negociar, de hablar en público o de resistir un ejercicio que combina actividad física y mental empieza a chocar con el pensamiento de querer superarse, las ganas de dar lo mejor de sí, el hambre de ganar y el objetivo de sumarle a un equipo que con el paso del tiempo se va convirtiendo en el centro de gravedad sobre el cual gira todo durante un año. Una pequeña nueva familia,  heterogénea y dispar – sí – pero de la que solo se recibe afecto e inspiración. 

No es un proceso fácil, pero vale la pena. Son ocho meses que ponen a prueba todo tipo de habilidades que ya consideramos propias, pero que también saca de nosotros aquellas que ni siquiera creíamos tener.  Es un viaje de reinvención constante que nos confronta con la visión que tenemos de nosotros mismos, nos permite enfrentar nuestros miedos y romper el techo de cristal que todos tenemos, que por alguna razón, hemos puesto sobre nuestra cabeza y que vemos como inquebrantable.   

En Febrero, finalmente llegamos a Boston: en menos de una semana empieza la competencia. Nuestra casa por los próximos días (así como el sitio en donde enfrentaremos el Modelo) es el Boston Park Plaza, uno de los hoteles más tradicionales de esta ciudad en el que se aloja gran parte de los equipos del Modelo.

Esta, es una de las etapas más divertidas. Los días previos al Modelo nos dedicamos a trabajar un poco, pero también a conocer a quiénes serán nuestros rivales, que vienen desde ciudades como Caracas, Nueva Delhi o Ámsterdam. Acá la experiencia realmente se torna internacional, pues tenemos la oportunidad de hablar en términos personales con otras personas que tienen una visión del mundo completamente diferente y por medio de las cuales nos enteramos de detalles como los de la situación en Venezuela, o de la intolerancia xenofóbica en Europa. En las tardes, pasamos tiempo en Boston (una ciudad realmente espectacular), caminando por sus calles y comiendo muchísimo.  

El día miércoles, antes de la competencia el plan es de relajación: por la mañana visitamos el campus de Harvard, que siempre nos recibe con nieve; y comemos en Bartley´s, el restaurante de hamburguesas más tradicional de Cambridge. Por la tarde, vamos a ver jugar a los Boston Celtics.

Todo esto lo hacemos entre amigos, lo que hace de la experiencia muchísimo mejor. Sin embargo, en este día ya no podemos esconder los sentimientos, pues los nervios y el miedo están en su mayor nivel, y tenemos un sinnúmero de interrogantes en la cabeza. Aunque la competencia inicia formalmente al otro día, una vez volvemos del partido – alrededor de las once de la noche – el lobby del hotel está a reventar. Para este momento ya ha llegado todo el mundo, incluyendo a los equipos de Yale, UPenn y el resto del Ivy League, y la gente está en ese lugar buscando hacer conexiones, darse a conocer y establecer los primeros trazos de la negociación que inicia oficialmente al siguiente día. 

Facebook: Uniandes HNMUN

El jueves, en la mañana, todos hacemos lo que sea que nos sirva para calmarnos; ponernos el mindset necesario para competir y cultivar el sentimiento de que estamos igual o mejor preparados que todos nuestros contrincantes es fundamental. A mediodía, nos reunimos como equipo, ya perfectamente vestidos, para darnos un último espacio de apoyo, y un pep talk memorable. La verdad es que no sabemos si acá es son más las emociones, la adrenalina o el miedo. Es algo así como que este es el último momento que compartimos como equipo, para después irnos a la guerra.  

Lo siguiente son tres días de comité, que parecen la carrera más frenética de nuestras vidas. Armados con nuestra plaqueta, esferos y un portátil, empezamos la competencia por ser la delegación más reconocida del comité, la más popular y la que tenga capacidades de liderazgo más definidas. Todo ello se desarrolla de forma un poco teatral: estamos en un salón con más de doscientas personas que vienen de más de cien países diferentes. Varios de ellos llevan un proceso de preparación igual al nuestro, y han escuchado referencias de nuestro equipo, como nosotros de ellos. Algunos vamos solos, y otros en pareja.

Al final, empieza el comité y la adrenalina es indescriptible. Cada discurso que damos es uno al frente de un auditorio lleno de gente, donde no podemos evitar un leve temblor en las piernas o la sensación de que estamos hablando muy rápido. Cada negociación es un juego altamente estratégico, en el que tenemos que protegernos de las intenciones competitivas de otros, que quisieran reducir los aportes que hemos hecho.

Entonces, no es fácil describir el juego: en algunos momentos parece uno de improvisación, en el que es fundamental quién toma el protagonismo; en otros, es un capítulo de Shark Tank Colombia, pues estamos constantemente vendiéndole nuestras ideas a inversionistas imposibles de conseguir. Y en otros, simplemente parece un cruce entre un capítulo de Scandal, House of Cards y Game of Thrones.  

En medio de todo, es innegable que estamos compitiendo contra los mejores del mundo. En un mismo círculo, cuando estamos negociando, pueden confluir uno de los editores en jefe del Harvard Law Review, un estudiante de Maestría en Economía Avanzada del London School of Economics o Wharton, uno de los keynote speakers del Bil Kerala y un estudiante de la Universidad de los Andes. Y en ese mismo círculo, es nuestro trabajo demostrar liderazgo, construir popularidad y vender nuestras ideas mejor que todo el mundo. Todo lo anterior, sucede ante la Mesa, que es el jurado calificador de nuestro desempeño, pero que ante todo está compuesta de estudiantes como nosotros.  

Al final, después del caos que es el comité, vamos a la ceremonia de premiación. Nuestro sentimiento es de miedo, ansiedad, y más que todo, orgullo. Finalmente, representamos a la Universidad de los Andes y a Colombia en la competencia de mayor nivel de su clase, y estuvimos a la par de las mejores universidades del mundo. Los resultados así lo demuestran: tres menciones diplomáticas y una mención de honor, con premios en cuatro de los siete comités en los que competimos; y la fama de ser la mejor delegación colombiana.

Sin embargo, la mayor ganancia es personal: vernos entre nosotros con la certeza de que hoy somos personas que siempre pisan fuerte y que saben que la excelencia es producto del trabajo de todos los días, de la mano de un porqué lo suficientemente fuerte.

Finalmente, nos llevamos el orgullo de hacer parte de una institución que ya lleva cinco años de existencia, que crece constantemente, y que ha producido egresados que hoy son de admirar en aquello en lo que hacen. Ya sea desde la OEA, las firmas jurídicas y de consultoría de más renombre en el país, o formando empresa propia, UNIANDES HNMUN es una escuela de líderes.  

Con lo anterior, sólo nos queda invitar a toda la comunidad de la facultad –compuesta por gente cargada de excelencia, y ganas de sobresalir– a hacer parte de esta experiencia, que está por iniciar a través de nuestro proceso de convocatoria. De verdad, no nos queda duda de que la experiencia será maravillosa para quien decida tomarla, y que UNIANDES HNMUN 2020 dejará aun más en alto el nombre de nuestro país y de nuestra universidad.  

Venga y cambie, venga y rétese. 

Aplica al equipo de Uniandes HNMUN, aquí.

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