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«Vale la pena comprometerse con causas»: Fernando Carrillo

En esta ocasión, el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, respondió las cinco preguntas de Al Derecho. Carrillo, no solamente habló sobre su carrera, sino que también se aproximo a temas como: por qué ser servidor público en un país como Colombia, cómo confiar en la justicia y cómo transformar la justicia siendo estudiante.

Por: Laura Vargas Zabaraín. Estudiante de cuarto semestre de Ciencia Política y Derecho y miembro del Consejo Editorial. l.vargas@uniandes.edu.co

Cada vez es mas riesgoso ser servidor público en el país. La mayoría de los funcionarios terminan investigados, sancionados o “quemados”. ¿Por qué deberíamos insistir en esta área del derecho y cuál es la motivación para ser servidor público?

F.C.: Porque yo creo que después de la Constitución del 91, el interés publico se convirtió en el objetivo de todo ciudadano en Colombia. Así trabajes dentro del sector privado o en la sociedad civil, todos tenemos una responsabilidad social de buscar el interés público, de proteger el patrimonio público y de proteger la ética publica. Así, si lo público es lo prioritario en una sociedad, ser servidor público es un honor. La motivación es que desde ahí uno puede transformar la sociedad. Obviamente hay muchas formas de transformarla, pero nosotros, por ejemplo, hicimos una Constitución los jóvenes; los estudiantes. Eso era una utopía, era una quijotada, nadie pensó nunca que a través de un movimiento estudiantil uno podía cambiar la Constitución de Colombia y lo logramos.

Eso demuestra que trabajar por lo público puede generar resultados, y en este país hay muchísimas cosas para hacer (y hacerlo, insisto, en la defensa del interés de los colombianos). Luego, yo creo que ahí hay muestras de que sí vale la pena comprometerse con una serie de causas y que si uno logra penetrar la sociedad va a lograr cambiarla, y sigo creyendo que son los jóvenes los que llevan la iniciativa: son los estudiantes y es la universidad el caldo de cultivo de las grandes transformaciones del país.

Con respecto a la crisis de la justicia y el pueblo pidiendo a gritos transformarla, ¿por qué deberíamos nosotros los estudiantes seguir confiando en ella y cómo cambiarla?

F.C.: Yo creo que la justicia es la condición fundamental para la convivencia y para la paz. Si en una sociedad no hay justicia, la sociedad simplemente se derrumba y buena parte de los problemas que ha tenido Colombia en las últimas décadas es la falta de justicia. Por eso es que hay que tratar de luchar por ella, porque la justicia supone no solo equidad sino respeto por los derechos del otro, y nosotros nos hemos educado dentro de una cultura donde los derechos del otro son secundarios. Uno cree que los derechos de uno son los que valen y puede invadir los de los demás, esa es la explicación de la violencia en Colombia, de la inequidad, de la discriminación, de tantos sectores que no han sido favorecidos ni por la Constitución ni por el modelo de desarrollo en Colombia.

Entonces, yo creo que la justicia hoy es un valor que es el punto de partida de toda la transformación del país con todas las dificultades que tiene, porque actualmente la han afectado muchos escándalos de corrupción. Los jueces son vistos como personas no confiables y por eso el desafío de la justicia es recuperar la confianza de la ciudadanía y eso hay que hacerlo.

Y con respecto a lo anterior, ¿era esa desconfianza en la justicia el riesgo de corregir de la Ley Estatutaria de la JEP?

F.C.: Sí, yo creo que en ese tema lo que ha pasado es que terminó siendo rehén de toda la polarización del país. Hubo unos escenarios de justicia transicional imperfecta porque nunca ha habido ni paz perfecta, ni justicia perfecta, ni la va a haber; eso es una utopía. Entonces, lo que hay es una justicia restaurativa fundamentalmente, no una justicia retributiva que es el castigo tradicional.

El punto es si con base en esa justicia vamos a lograr la paz o quienes están combatiéndola van a devolver el país a la guerra. Creo que tenemos que romper la polarización, eso no es el “Sí” ni el “No”, eso fue en el plebiscito y eso ya lo tenemos que superar y tenemos que tratar de tender puentes para acabar con la fractura que existe en Colombia.

La sociedad colombiana está totalmente dividida, precisamente desde el plebiscito, porque no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo sobre las cosas esenciales. El día que logremos construir un puente entre esos dos extremos vamos a evolucionar como sociedad, pero lamentablemente seguimos con un país completamente radicalizado, polarizado y fracturado.

Entonces, ¿cuál es la solución para la polarización?

F.C.: La moderación y el respeto por los demás, porque tenemos que pensar en la posibilidad de poder a dialogar con los opositores. Como alguien decía, tú buscas diálogo y consensos con los que son iguales a ti, pero eso no es ningún mérito, no tiene ningún beneficio para nadie.

Uno tiene que buscar los pactos y los acuerdos con la gente que piensa diferente a uno y en este país es tal la polarización que el que piensa diferente a uno automáticamente es graduado de enemigo, con el cual no puede llegarse a ningún acuerdo, con quien se rompen los canales de comunicación y viene el insulto, la pugnacidad, la crispación y eso es lo que estamos viviendo en Colombia en este momento: unos sectores enfrentados totalmente, sin posibilidades de irse por el camino del medio. Los extremos son los peores consejeros porque siempre terminan tocándose, terminan siendo muy parecidos.

¿Y esa mediación de los extremos podría ser la solución a la crisis de Venezuela?

F.C.: Pues yo creo que allá hay una dictadura sin duda alguna, pero que requiere mucho concierto internacional. Es una labor de muchos estados, no es sólo una labor de Colombia. Colombia sola en el liderazgo de esa estrategia puede lograr victorias parciales, pero la salida de un dictador es una cosa mucho mas compleja, sobre todo cuando hay petróleo de por medio y, sobre todo, cuando el concierto internacional tiene el apoyo de potencias como Rusia y China. La salida del dictador de Venezuela va a ser mucho más compleja de lo que nos imaginamos y claro, ahí se ha intentado todo, el problema es que ya se ensayó el diálogo y no dejó ningún resultado. Con esto no quiero decir que la solución sea militar, porque no creo en esa opción, pues los platos rotos de una intervención militar de Estados Unidos los termina pagando Colombia y eso lo tenemos que evitar a toda costa.

Ñapa: Algunos datos curiosos.

• Clase favorita: Derecho Constitucional.

• La clase más difícil: Sociedades (porque no me interesa el derecho comercial ni mercantil ni entendía las transacciones ni nada de eso).

• Libro que no le puede faltar a un estudiante de Derecho antes de graduarse: El derecho como obstáculo al cambio social de Eduardo Novoa Monreal y lo que escriba Diego López.

• El maestro que le marcó la vida: De Penal, Bernardo Gaitán Mahecha y de Introducción al Derecho, Rodrigo Noguera Laborde.

Imagen: Revista Semana

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