Laberinto

Por: Matilde Rosa Rincón Lorduy. Estudiante de tercer semestre de Derecho y miembro del Consejo Editorial. mr.rinconl@uniandes.edu.co
Domingo, 4:06 p.m.
Han pasado meses desde que escribí por última vez. Mis manos sudan y mi cabeza se mueve en círculos concéntricos de incertidumbre y de motivación. Incertidumbre por no saber si lo que escribo tiene relevancia, y motivación porque —aunque, en el fondo, sé que no la tiene— escribo, otra vez. La lluvia corre en el techo como pequeños ríos que, con ellos, se llevan las cadenas que, por tanto, mantuvieron reclusa a mi alma; porque ella es, al fin, la que despierta a mis manos de su parálisis temporal. Una guitarra sutil suena en el fondo, a la vez que una sonrisa casi imperceptible nace de mis labios. Me pregunto: ¿por qué soy así? ¿Por qué dejo que mis miedos me consuman? ¿Por qué mantengo una relación tóxica con mi mente, en la que ella me manipula para hacerme pensar que lo que hago nunca será suficiente, y yo me trago cada palabra? ¿Por qué la dejo convencerme de que no es necesario tomarme esos cinco minutos de descanso, de que no merezco ocupar espacio, de que mi soledad autoinfringida nunca tendrá final? Mis ojos se aguan y mi sonrisa se desvanece. Mis dedos desaceleran su paso. La lluvia, lentamente, deja de caer. Siento una pesadez en mi frente. Aquí voy de nuevo.
Domingo, 4:37 p.m.
Respiro hondo y cierro mis ojos. Me acomodo en mi asiento y veo el título de una canción aparecer en mi pantalla: Voces en mi cabeza. De repente, me doy cuenta de que, en este lugar, en este momento, las voces que me atormentan comienzan a hablar más despacio, hasta el punto de que considero, por un instante, que no las volveré a escuchar —que no me volveré a escuchar—, al menos por un tiempo. La guitarra cambia de lugar con una batería rebelde. La lluvia regresa, gratamente, sin avisar. Sonrío de nuevo y muevo mis dedos a su ritmo. Lo que sentí hace unos minutos y lo que sentiré en unos próximos deja de importarme —al menos por ahora—. Porque escribo, otra vez. Aquí voy de nuevo.
Imagen: Medium
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