Del renacimiento de los libros ilustrados

Por: Matilde Rincón Lorduy. Estudiante de cuarto semestre de Derecho y miembro del Consejo Editorial. mr.rinconl@uniandes.edu.co
Los libros ilustrados tienen un lugar especial en mi corazón, como pienso que lo tienen para muchas personas. El primer libro que tuve cuando era bebé fue una adaptación ilustrada de la película animada Bambi, que, a su vez, está basada en la novela del mismo nombre ––escrita y publicada en Alemania por el austriaco Félix Salten en 1923—. Todavía recuerdo —en ocasiones— las hojas gruesas, los colores cálidos, el escaso número de letras y mi desconocimiento de su significado durante mis primeros años. Pero también recuerdo que, en algún momento, ese y los otros libros que tanto disfruté comenzaron a verse como simples retazos de papel con dibujitos, y la transición a los “libros de verdad”, aquellos con lomo grueso y con palabras complicadas, empezó a representar una aparente madurez. Sin embargo, parece que tal evolución en el proceso de refinamiento cultural ha tomado un giro en años recientes. Me refiero al auge de los libros ilustrados “para adultos” —porque, ¿quién define que los adultos no pueden disfrutar cuentos, en principio, infantiles?—. Cabe destacar que por “libro ilustrado” hago referencia a esos en los que el arte visual y el literario confluyen armónicamente, no a los que sólo muestran ilustraciones.
Ahora bien, aunque, históricamente, algunos escritores han acompañado sus obras con ilustraciones —como Antoine de Saint-Exupéry con El Principito—, desde que se comenzaron a estudiar a los niños como individuos con necesidades particulares (más o menos hace un siglo y medio), las ilustraciones se relegaron al ámbito de la literatura infantil. Esto se debe, principalmente, a que se ha comprobado que los niños aprenden mejor cuando hacen conexiones visuales. Así, tal vez debido a la añoranza de tiempos más simples, a la dilución de las barreras entre los distintos campos artísticos, o a ambos, cada vez más adultos producen y leen obras literarias ilustradas. No obstante, mi experiencia con este tipo de publicaciones me ha llevado a concluir algo que no he visto en ningún artículo sobre este tema: la categoría de “libros ilustrados para adultos” es demasiado amplia, razón por la cual abarca textos que son increíblemente diferentes. Luego, he decidido escribir este artículo para mostrar —con ejemplos— los que, para mí, son los tres tipos principales de libros ilustrados, así como la experiencia que se puede esperar de cada uno de ellos.
En primer lugar, están los que he decidido llamar “libros ilustrados propiamente dichos”. Estos se caracterizan porque el texto es el protagonista, y este es acompañado por imágenes. Aquí, las ilustraciones hacen justamente eso —ilustrar— pues dotan al libro de un soporte gráfico que ejemplifica o representa el tema del que se habla. Un libro que podría entrar en esta categoría es Historia de Colombia y sus oligarquías (2018). Este fue escrito e ilustrado por el escritor, periodista y caricaturista Antonio Caballero, con el fin de ayudar al público a conocer una versión de la historia colombiana que rara vez es discutida. Para ello, se dispone a revivir momentos particulares con ilustraciones tan cómicas como crudas, y tan llamativas como desconcertantes, tal como es la historia colombiana en sí misma. Pero creo que, más allá de discutir la interpretación de la historia que hace Caballero, para efectos de este artículo es más interesante analizar la frase con la que se introduce el libro: “Este libro de historia, aunque vaya ilustrado con caricaturas, no va en chiste: va en serio” (p. 11). Y es eso, precisamente, lo que se siente al leerlo: Historia de Colombia y sus oligarquías es una obra histórica de las más respetables, acompañada —y escogí esta palabra muy intencionalmente— con dibujos que así lo reflejan.

En segundo lugar, se encuentran los que he bautizado como “picture books con texto”. A falta de una mejor traducción, un picture book es aquel en el que las imágenes, por sí solas, transmiten casi por completo el mensaje designado por el autor. El texto, entonces, se vuelve algo complementario para la interpretación integral del libro. Una de las obras que he leído recientemente y que creo que encaja en este segundo escalafón es It’s OK to Feel Things Deeply (2018), el segundo libro de la artista estadounidense Carissa Potter. En él, Potter hace uso de su entrenamiento artístico para plasmar mensajes prácticos, cortos y motivadores inspirados por su experiencia como una persona que tiene depresión, con el objetivo de crear un rayo de esperanza para quienes luchan con su mente día a día. De esta manera, la artista se vale de trazos orgánicos, representaciones de objetos conocidos y colores alegres pero calmantes para, con ayuda de las frases que los ilustran, decirle a su audiencia: “no estás solo” y “todo esto va a pasar”. Así pues, la simplicidad de las formas y el uso estratégico de las palabras son clave para otorgar un poco de paz a alguien en medio de la turbulencia que siente que nunca acabará.

Finalmente, el tercer tipo corresponde a las que he identificado como “obras gráfico-literarias”. En este espacio, entran libros en los que el texto y el arte visual tienen igual protagonismo. Ya no se trata de un texto ilustrado o de una imagen acompañada con palabras, sino de una verdadera obra de arte, tanto en una dimensión visual como en una literaria. En este punto, quisiera mencionar a Tus manos hirientes (2019), un libro de poesía y de ilustración de la autoría de María Susana Peralta Ramón y de Lina Mujica que todavía se encuentra a la venta en enjambre.com.co. Tus manos hirientes representa —para los lectores— una experiencia totalmente diferente en comparación con las que se pueden tener con las otras obras aquí mencionadas. Esto es así porque, al ser una “obra gráfico-literaria”, los sentimientos que transmiten las palabras son interpretados y dan origen a las ilustraciones que, al mismo tiempo, están sujetas a interpretación. Así, Tus manos hirientes da lugar a una experiencia holística, en la que las letras y los trazos permiten sentir las capas confusas del amor y el desamor.
Visto todo lo anterior, puedo concluir que el renacimiento de los libros ilustrados para adultos —en todas sus modalidades— es una gran oportunidad para obligarnos a pensar afuera de la caja acerca de lo que consideramos culturalmente aceptado o no, refinado o no. Las nuevas formas de imaginar la literatura y el arte visual van en consonancia con el cambio rápido e inevitable que ocurre en las sociedades, y que, sobre todo en este momento de la historia, nos causa tanto desconcierto. Por ello, volver a la infancia algunas páginas a la vez —al hacer reminiscencia de aquellas hojas de papel con dibujitos— es una manera tremendamente satisfactoria de encontrar un poco de esperanza en medio del caos. Además, este renacimiento nos plantea interesantes retos no sólo con respecto a la transformación del paradigma literario, sino a la colaboración entre las diversas ramas de creación artística.
P.D.: Sí, yo tampoco sabía que Bambi era una novela. Me acabo de enterar mientras investigaba para este artículo. Al parecer, no sólo es una novela, sino que también fue el objeto de una controversia legal por temas de derechos de autor. Este es el enlace al caso, por si quieren leer acerca del pleito: https://caselaw.findlaw.com/us-9th-circuit/1304377.html
Referencias
Caballero, A. (2018). Historia de Colombia y sus oligarquías. Bogotá: Crítica
Peralta Ramón, M. y Mujica, L. (2019). Tus manos hirientes. Bogotá: Enjambre
Potter, C. (2018). It’s OK to Feel Things Deeply. San Francisco: Chronicle Books LLC
Imagen: Revista DC
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