Entre el desconocimiento y la congestión: la salud mental en los Andes

En los últimos meses, la salud mental de los estudiantes universitarios ha estado en el centro del debate. ¿Cómo atiende los Andes este fenómeno?
Por: María Luisa Villegas y Santiago García, Redacción Facultad Al Derecho.
La semana pasada, el rector Alejandro Gaviria —a propósito de sus primeros dos meses frente al cargo— anunció el lanzamiento de una ambiciosa campaña para “prevenir problemas de salud mental entre nuestros estudiantes y profesores”. A raíz de esto, surge la pregunta de cómo aborda actualmente este tema la Universidad y qué eventuales reformas tendrán estas prácticas bajo la era Gaviria.
La importancia de la salud mental y su prioridad en la agenda de las Instituciones de Educación Superior cobró mayor relevancia el mes pasado, tras el suicidio de un estudiante de la Universidad Javeriana. Este caso acrecienta, para este año, la cifra de 5,93 suicidios por cada 100.000 habitantes, reportada por el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC). Dicha cifra presenta, de acuerdo con datos delSIRDEC y el Ministerio de Salud, un aumento sustancial en la cantidad neta de suicidios en 2018 (2.696) con relación a 2008 (1.840). Además, señala que la población más afectada por esta tendencia está entre los 15 y los 34 años de edad, rango de edad que agrupa, naturalmente, gran parte de la población estudiantil de país.
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud advirtió que, para 2017, al menos 4,7% (2’177.280 personas) de los colombianos sufrían desórdenes depresivos y al menos 5,8% (2’691.716 personas) desórdenes de ansiedad. Los datos muestran, además, un aumento global del 18,4% en los casos de las personas que sufren depresión, en contraste con la misma cifra diez años antes, al tiempo que recalca que el grupo poblacional más vulnerables es el de 15 a 29 años.
Ante este escenario ¿qué está haciendo la Universidad? ¿Es suficiente el apoyo que ofrece actualmente en esta materia? ¿Están conformes los estudiantes con el acceso y calidad de los servicios ofrecidos? ¿Cuáles serán los cambios fundamentales introducidos por las nuevas estrategias?
¿Cómo atiende los Andes la salud mental?
La Universidad cuenta actualmente con diferentes rutas de apoyo para tratar temas de salud mental. La más conocida es la Decanatura de Estudiantes. Allí, es posible solicitar citas con personal especializado para apoyo psicológico en temas como: la vida universitaria, diversidad (estudiantes beneficiarios de programas especiales), casos disciplinarios, toma de decisiones, motivación, orientación vocacional, y talleres obligatorios de reintegración, entre otros. Sin embargo, existe un problema fundamental: la falta de capacidad para suplir la demanda permanente de citas.
Previo a la publicación de este artículo, intentamos, en múltiples oportunidades, pedir citas en cada uno de los apoyos ofrecidos por la decanatura. El resultado fue el mismo en 8 de los 10 servicios ofrecidos: “no se han encontrado turnos disponibles para este tipo de consejería”. Los dos únicos servicios que tenían disponibilidad eran los dirigidos a Diversidad y reintegración a la vida universitaria.

Una primera explicación a la falta de disponibilidad para atendernos pudo ser el hecho de que hicimos la solicitud en semana de retiro de materias. De hecho, la misma Decanatura reconoció que dentro de la asignación de citas existen semanas “pico” donde es casi imposible encontrar cupos.
<< La aclaración de que “se abren turnos nuevos todos los días” (que aparece al final de la página web de solicitud de citas), resultó no ser del todo cierta.>>
Otro punto a considerar es que las únicas citas disponibles son las de diversidad, enfocadas a las personas de los programas Quiero Estudiar, Ser Pilo Paga y Generación E, así como las de estudiantes en proceso de reingreso. Esto es un posible indicativo de la preocupación de la universidad por el buen funcionamiento de los programas especiales y el bienestar de los estudiantes pertenecientes a ellos.
Sin embargo, este criterio de priorización puede impactar la atención a otros estudiantes que, aunque no hagan parte de estos programas, necesitan las citas; en algunos casos, con igual premura. Una estudiante le contó a Al Derecho que, en una ocasión, su cita fue reprogramada intempestivamente obedeciendo a este criterio, pese a que su necesidad de atención era, diagnósticamente, urgente.
La dificultad para conseguir cupos resulta manifiesta por los canales inicialmente disponibles. La aclaración de que “se abren turnos nuevos todos los días” (que aparece al final de la página web de solicitud de citas) resultó no ser del todo cierta. La única manera de obtener una cita, después de cuatro días de intentos fallidos, fue acercarse directamente a la decanatura.
Allí, nos aclararon que los turnos se abren únicamente al inicio de la semana debido a la alta cantidad de estudiantes que solicitan el servicio. Además, se nos informó que, para la modalidad de “apoyo en la vida universitaria” (el apoyo solicitado) únicamente había disponibilidad de citas en dos semanas. Parece ser que el problema principal de la decanatura es la congestión en sus operaciones.
Es precisamente de esta cogestión de la que se quejan los estudiantes: en conversación con el Periódico, uno de ellos expresó que, si bien la atención es buena, conseguir una cita en poco tiempo es casi imposible y hay una extrema rigurosidad en los tiempos de atención (no más de 30 minutos por estudiante). Esto, sumado a los altos tiempos de espera para obtener la siguiente cita, imposibilita, según él, que exista una verdadera continuidad en el proceso.
Sin embargo, no todas las experiencias con la Decanatura son iguales. Hay, también, experiencias exitosas en el acompañamiento hecho por la Universidad. Dos estudiantes nos informaron que en sus casos particulares, aunque hay un límite de tiempo (de 50 minutos), los profesionales de la Decanatura están abiertos, discrecionalmente, a dar espacios adicionales a las citas programadas. Sin embargo, esto crea un problema adicional: el apoyo integral puede estar supeditado a la voluntad particular de cada profesional.

El escenario anteriormente planteado conlleva a evaluar otras alternativas a las que los uniandinos pueden acceder. La primera es acudir al apoyo psicológico ofrecido en la Casa Espinoza por los estudiantes de Maestría en Psicología Clínica que, aunque gratuito, ya no tiene más turnos de atención por este año. La segunda, es remitirse al apoyo ofrecido por las diferentes facultades que se limita a un apoyo académico (consejerías sobre organización de pensum, carga académica, semilleros e intercambios). Todo lo anterior, previendo que, en última instancia, los estudiantes deban acudir a los servicios de profesionales externos; una opción no siempre accesible para toda la comunidad.
<< Los Andes ha tenido una política del “tape y tape” que debe ser cambiada, poniendo el tema sobre la mesa >>
“La salud mental nos concierne a todos”
Las limitadas fuentes de apoyo—nos aseguró un profesor de la Universidad que lleva varios años estudiando el tema— deben cambiar. Según él, si bien los psicólogos que manejan estos temas dentro de la Universidad realizan “una tarea heroica”, aún hay mucho camino por recorrer.
Específicamente, nos dijo que los Andes ha tenido una política del “tape y tape” que debe ser cambiada “poniendo el tema sobre la mesa” como, al parecer, hizo Alejandro Gaviria en su alocución la semana pasada. Nos afirmó, además, que “la Universidad tiene un serio problema de salud mental producido por la manera en la que está planteada”: el egoísmo, el individualismo y la competencia siguen siendo problemas estructurales, a pesar de lo mucho que la Universidad ha avanzado en ellos.
En su opinión, son necesarios (aún) más esfuerzos de integración, por ejemplo, a través de grupos de pertenencia enfocados a los estudiantes de los estratos socioeconómicos más bajos y a los estudiantes provenientes de otras regiones del país, por ser estos “los más vulnerables al aislamiento”. Finalmente, este profesor señaló la necesidad de convertir el apoyo a los problemas de salud mental en una responsabilidad de toda la comunidad: “la salud mental nos concierne a todos”.
En este sentido, la Decanatura de estudiantes está trabajando para mejorar. Como respuesta a las aparentes deficiencias, la Jefatura de Apoyo de la Decanatura de Estudiantes nos aclaró que, si bien en estos momentos las citas son difíciles de obtener, la Decanatura cuenta con un “protocolo de crisis” mediante el que cualquier estudiante que esté en una posición de riesgo inminente (física o mentalmente) puede acercarse y obtener una cita inmediata. También, nos explicó que el motivo tras la tras la cancelación de las citas ordinarias suele estar relacionado con la atención prioritaria a los estudiantes en crisis.
La Decanatura afirmó que sí existen otras alternativas a estos canales de atención, tanto preventivas como reactivas. La primera de ellas son los más de cien talleres grupales ofrecidos a lo largo del semestre, enfocados en temas como: manejo de sentimientos negativos, herramientas para ayudar a otros, taller de parejas, ansiedad, frustración, etc. La segunda, campañas institucionales especializadas, como “Embajadores de Bienestar”, llevada a cabo por el Grupo Ágora, iniciativa de la DECA compuesto y dirigido por 28 estudiantes (de diversas facultades de la Universidad) que han sido capacitados, entre otras cosas, para ser la primera respuesta de “contención, orientación y seguimiento de los problemas de los estudiantes”. Estas iniciativas buscan fomentar el conocimiento de estos servicios y ofrecer, a los estudiantes, nuevos espacios para comunicar sus problemas.
“Los recursos están, el reto es que ustedes se enteren”: DECA
Así pues, ante la diversidad de opciones, las dificultades de algunos estudiantes para encontrar apoyo psicológico en la Universidad se suman, muchas veces, al desconocimiento de las alternativas ofrecidas en la búsqueda de ayuda.
Es esto lo que, especialmente, preocupa a la DECA: “los recursos están, el reto es que ustedes se enteren”. Por tal motivo, el enfoque de las nuevas campañas, concertadas con la Rectoría, está en la divulgación efectiva de los recursos existentes, tanto virtualmente (correo y páginas web) como físicamente (afiches e información personal). En adición, se prevé el desarrollo de un comité de bienestar encargado de analizar más a fondo las necesidades de los estudiantes en las diferentes facultades y se está considerando que las consejerías adquieran un carácter enfocado, también, en el bienestar de los estudiantes.

La semana pasada el rector anunció nuevas campañas para prevenir problemas de salud mental en estudiantes y profesores. Si bien quedan por definir cuáles serán estas medidas, estas deberán, sin duda, abordar los problemas de congestión y desconocimiento de los que adolece la atención a la salud mental en la Universidad. En este sentido, la semana de Bienestar es una oportunidad para abrir el debate sobre este tema e incorporar a toda la comunidad uniandina en esta discusión.
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