Protesta al Derecho

Miembros de las secciones de #Cultura y #Arte rechazan las decisiones adoptadas en el seno de la dirección de AlDerecho y manifiestan su fehaciente rechazo al asesinato de Dilan Cruz en manos del ESMAD.
Por: Redacción Cultura y Arte Al Derecho
El lunes 25 de noviembre, el mismo día de su graduación como bachiller, Dilan Cruz falleció. Fue atacado por un agente del ESMAD durante las manifestaciones pacíficas que tomaron lugar el sábado en el centro. Los vídeos que se conocen hasta el momento son claros en mostrar cómo el agente dispara directamente y desde una muy corta distancia a Dilan, quien corre en dirección contraria al agente luego de lanzar de vuelta lo que parece ser una lacrimógena. Cae inconsciente en la esquina de la calle diecinueve con carrera cuarta.
Identificamos con preocupación el resurgimiento a gran velocidad de una atávica cultura en unas cuantas facultades de derecho. Una cultura nociva según la cual es sospechoso todo aquel que tenga una posición firme a la hora de reclamar derechos frente al gobierno de turno. Las secciones de Cultura y Arte, y junto con otros integrantes de otras secciones, le propusimos a la dirección de este mismo periódico que emitiéramos un comunicado oficial que girara en torno a tres puntos: i) un absoluto rechazo al asesinato del joven Dilan por parte de un agente del ESMAD; ii) un absoluto rechazo al desproporcionado e irracional uso de la fuerza que se ha visto en los últimos días por parte del ESMAD a la hora de reprimir protestas; y iii) una defensa del derecho constitucional a la protesta no violenta. Como se ve, ningún tema era político. Eran, y son, temas jurídicos, que por ello le competen a un periódico de una facultad de derecho.
“La protesta y el derecho, que para algunos resultan contradictorios, están en el corazón de algunas de las reflexiones jurídicas más lúcidas”.
Nuestra propuesta recibió una respuesta negativa de la dirección de AlDerecho con argumentos que entendemos pero no compartimos. Decidimos, pues, escribir este texto en el que dejamos en firme nuestra posición respecto a los hechos recientes. Condenamos sin matices ni peros el asesinato de Dilan a manos del Estado. Nos preocupa sobremanera el uso desproporcionado e injustificado de la fuerza por parte del ESMAD en las manifestaciones de los últimos seis días. Frente a la violencia de un raquítico número de encapuchados –también inadmisible, por lo demás-, es inaceptable la respuesta desproporcionada del ESMAD, cuyo mandato legal y constitucional lo obliga a proteger la vida de los ciudadanos, y no a acabar con ella.
En el cuento largo Los funerales de la Mamá Grande el escritor García Márquez narra el sepelio de, como el nombre bien lo indica, Mamá Grande, la matriarca de todo un pueblo, la “soberana absoluta del reino de Macondo”. En su lecho de muerte Mamá Grande enumera todos sus bienes inmateriales –“su patrimonio invisible”-, que incluyen, por supuesto, “la riqueza del subsuelo, las aguas territoriales, los colores de la bandera, la soberanía nacional, los partidos tradicionales”; pero también, cuenta el narrador, abarcan “los derechos del hombre, […], el orden jurídico, la prensa libre pero responsable.” Pues bien: ni los derechos fundamentales ni la prensa libre y crítica ni el orden jurídico son monopolio de ninguna Mamá Grande, ni de quien pretenda encarnarla o sustituirla; pertenecen, por el contrario, a la ciudadanía y al pueblo.
La protesta y el derecho, que para algunos resultan contradictorios, están en el corazón de algunas de las reflexiones jurídicas más lúcidas. Basta con recordar el hermoso libro del jurista alemán Rudolf von Ihering, La lucha por el Derecho, y aquella frase que merece leerse en las puertas de entrada de toda facultad de derecho: “El concepto del derecho encierra una antítesis que nace de esta idea, de la que es completamente inseparable: la presencia simultánea de la lucha y de la paz; la paz es la finalidad del derecho, la lucha es el medio para alcanzarla”.
Invitamos con entusiasmo a que demás periódicos e iniciativas estudiantiles manifiesten su rechazo al asesinato de Dilan, a la violencia de unos pocos encapuchados y al uso desproporcionado de la fuerza por parte de la Policía. Sin protesta no hay democracia, pues esta vive a través de aquella; sin protesta –escribió Alfonso Reyes- no hay historia.
Imagen: El punto
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