Clases virtuales y remotas: ¿Ahora qué?

Por: María Paula Gómez Gómez. Estudiante de octavo semestre de Derecho con opción en Economía
*Las posturas y afirmaciones de los columnistas externos no comprometen ni reflejan posiciones editoriales de Al Derecho.
Clases virtuales, ¿una tragedia? ¿un desafío? ¿Qué debemos esperar cuando no sabemos lo que se viene? Quizá sea el momento de enfrentar los retos con valentía. Un llamado al optimismo en tiempos de crisis, un llamado a ver lo privilegiados que somos por ser estudiantes uniandinos.
El 12 de marzo de 2020 se anunció desde rectoría que a partir del lunes 16 de marzo e inicialmente por cuatro semanas completas, la totalidad de las clases de pregrado y maestría que ofrece la Universidad se darían de manera virtual y remota. Ante esta noticia, varios de mis amigos se despidieron de mí para semana de receso con nostalgia, incluso algunos diciéndome “feliz cuarentena”. Otros que viven por fuera de Bogotá se despidieron felices, pues iban a estar un mes con sus familiares y amigos en sus ciudades de origen. Sin embargo, hay una duda común a todos los estudiantes: ¿el nivel de aprendizaje será el mismo?
El pasado viernes 13 de marzo de 2020 tuve la oportunidad de presenciar la clase de la que soy monitora a través de la herramienta “clase remota” en Sicua plus. Decidí escribir mis primeras impresiones de lo que fue esta experiencia, con el ánimo de que mis compañeros tengan un primer testimonio para adaptarse a esta nueva modalidad. Para empezar, me gustaría rescatar una reflexión que nos hizo Andrea Celemín en la clase de Contratos Estatales: somos muy privilegiados y el privilegio, conlleva responsabilidades. ¿Cuántas universidades y colegios del país tienen una plataforma virtual que les permite continuar recibiendo clases de manera remota sin el riesgo de exponerse al contagio del COVID 19? ¿Cuántas personas en el país tienen acceso a internet? El recibir clases virtuales es algo a lo que le deberíamos agradecer a nuestra Universidad, pues somos de los pocos jóvenes del país que tienen acceso a la educación superior y, además, la posibilidad de que nuestro proceso de aprendizaje no se vea traumatizado tras la llegada del COVID 19 a Colombia.
Ahora bien, la plataforma es interesante. Es como una llamada con el profesor y en la pantalla hay un de tablero virtual en el que se puede proyectar desde un tablero normal hasta videos y presentaciones de PowerPoint. Los estudiantes, por otra parte, interactúan a través de un del “levantar la mano” o a través de un chat con el profesor(a) y los monitores.
Sin embargo, al ser un método de aprendizaje al que no estamos acostumbrados, puede llegar a ser abrumador, no solo para los estudiantes, sino también para los profesores y los monitores. Empezaré entonces a diferenciar cada rol que hubo en la clase.
Estudiantes: El principal reto es no distraerse. En un salón de clase presencial uno de cierta manera está aislado de distracciones. En una clase virtual que uno recibe desde casa hay muchas distracciones. En mi caso, no me sirvió estar desayunando huevos revueltos, estar en pijama, escuchar a mi mamá hablando por teléfono, tener a mi perro al lado jugando con un pollo de plástico que chillaba ni tener WhatsApp abierto. Lo ideal es crear un ambiente libre de distracciones. Si estar en pijama hace que usted se duerma, báñese antes. Comuníquele a sus familiares que va a estar en clase y que no lo pueden interrumpir. Encierrese en su cuarto e ignore a su perro y cierre WhatsApp. Hay incluso algunas aplicaciones que bloquean Whatsapp, Instagram y Facebook. La que yo uso es una extensión del Google Chrome que se llama DistractOff.
El segundo reto es que hay una carga mayor de aprendizaje individual. Si antes leer para algunas clases no era esencial, ahora sí lo es. El apoyo del profesor en una clase virtual es limitado y si uno llega con una idea previa del tema, será mucho más productivo el aprendizaje.
Monitores: Dar clases de manera virtual puede llegar a ser abrumador para el profesor(a). Lo ideal es estar dispuestos a apoyar al profesor(a) en cualquier aspecto que necesite para la preparación y la ejecución de la clase. Es bueno ofrecerle ayuda al profesor(a) incluso si no lo ha solicitado. En la plataforma de clase remota los monitores tienen las mismas herramientas del profesor.
Profesores: Puede llegar a ser agobiante. Toca dictar clase, estar escribiendo en el tablero, dar la palabra a los estudiantes y evitar distraerse con burbujitas que aparecen de los chats de los estudiantes. Así mismo, hay que evitar distracciones externas. También puede aparecer la sensación de no estarle hablando a nadie, pues no sé ven las caras ni las impresiones de los estudiantes o atosigarse por tantos mensajes que lleguen de los estudiantes (y de los monitores) durante la sesión. Mi recomendación sería delegarle a los monitores lo que se pueda delegar y enseñarles a usar la herramienta virtual. También, fijar reglas de participación o de interacción con los estudiantes después del de ensayo y error.
Todos nos vamos a tener que acostumbrar a la clase virtual. De antemano, gracias a los profesores por estar dispuestos a darnos clases online y continuar enseñándonos. Sé que esta situación constituye un gran reto para ustedes. A mis compañeros: los invito a estar abiertos a recibir clases online. Somos muy privilegiados. Finalmente, infinitas gracias al equipo de DSIT que ha estado capacitando la última semana a profesores, administrativos y a monitores en la utilización de herramientas virtuales. Todo esto es gracias a ustedes.
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