El “único golpe bueno”: el golfista que asumió la hazaña de virtualizarse para sus estudiantes


Ya hace más de un mes que la Pandemia nos obligó a virtualizar las clases. El reto ha sido mayor en algunas asignaturas como, por ejemplo, los deportes. A pesar de que muchos estudiantes y profesores se resignaron a la idea de que, por su naturaleza, tendrán que aplazar o cancelar sus clases, han surgido pioneros del entusiasmo en tiempos de incertidumbre, como Francisco Zapata, profesor de golf de Los Andes. ‘Pachito’, como lo llaman con cariño sus estudiantes, asumió la hazaña de virtualizar sus clases. Esta es la historia de recursividad, pasión y entrega de un hombre para el que el golf es una filosofía de vida.
Criado entre guantes, drivers y tees, Francisco Liborio Zapata nunca abandonó el sueño que tuvo desde que su padre lo animó a dar sus primeros swings: “vivir por y para el golf”. Después de un breve pero enriquecedor paso por el circuito de competencia profesional, Zapata vive su sueño como entrenador de los cursos de golf que ofrece la Universidad de los Andes, donde es profesor desde hace más de seis años.
Aunque algunos cursos deportivos de la Universidad cesaron sus actividades por la coyuntura actual, Zapata asumió, como pocos, el reto de la virtualización. A pesar de las dificultades manifiestas que acarrea dar un curso eminentemente práctico —como el de golf— de manera virtual, este profesor se sobrepuso a las adversidades materiales inherentes a la naturaleza de la enseñanza virtual de un deporte. Ni la pandemia del coronavirus, ni la cuarentena han frenado las clases, ahora virtuales, de este autoproclamado “enamorado del deporte”.

En ellas, en un ambiente de camaradería y disciplina, “Pachito”, como le dicen algunos de sus amigos y conocidos, enseña a sus estudiantes a enfrentarse a los retos que surgen en el campo de golf, como una metáfora de los retos que emergen en la vida diaria.
Recursividad y resiliencia: la adaptación a la virtualidad
Hijo de Liborio Zapata, renombrado golfista a nivel nacional, Francisco se graduó de Diseño Gráfico antes de decidir dedicarse de lleno al golf. Esto, según él, le ha ayudado a desarrollar la recursividad que tanto lo caracteriza; virtud que demuestra cuando se las ingenia para adaptar los pocos espacios idóneos que tiene Los Andes para el golf y que, ahora, demuestra virtualizando sus clases. “La recursividad es muy propia del golfista: se trata de lograr resiliencia y adaptación”, afirma Zapata.
Mientras que muchos de sus colegas en el área deportiva de la Universidad dieron sus clases por terminadas, Francisco Zapata optó por no abandonar a sus estudiantes en estos tiempos de incertidumbre. Con la actitud enérgica y tenaz que le es propia, Zapata da sus clases a través de cortos vídeos semanales que explican ejercicios sencillos, realizables en casa, que ayudan a “mejorar los lanzamientos y todo el trabajo del golf”. Además, anima a sus estudiantes a que, a partir del video, formulen preguntas de manera que no quede ninguna duda por resolverse.
La adaptación de los cursos a esta nueva modalidad fue todo un reto, no obstante, esto no le desmotivó. “El golf, para mí, es simplemente un desafío diario: siempre hay algo nuevo que vas a aprender”, apunta Zapata.
Los estudiantes, por su parte, han respondido positivamente al cambio: se les ve, de acuerdo con el profesor, bastante motivados con base en las preguntas que hacen. Este tipo de actitudes por parte de estudiantes suyos, que no necesariamente están familiarizados o no tienen un gusto previo por el deporte, llevan a Zapata a confesar su satisfacción con la actividad docente que realiza en Los Andes: “aquí sí se trabaja en serio, es un gustazo”.

Cortesía: Francisco Zapata
No obstante, Zapata tiene claro que, por muy duro que trabajen sus estudiantes, es imposible cubrir, en las escasas 16 semanas que dura cada curso, todo el contenido técnico y estratégico que desearía enseñar. Por esto, sus clases virtuales y presenciales tienen un enfoque práctico bastante particular. “Quiero que cualquier alumno que pase por mi clase, aunque no juegue excelente, pueda pasarse por un campo de golf y tener todo más o menos claro”, cuenta Zapata. Así, sus clases están estructuradas de forma que, paso a paso, los estudiantes logren desarrollar las habilidades básicas que les permitan desempeñarse de forma eficiente en el campo.
El golf como filosofía de vida: ‘el único golpe bueno’
Sin embargo, más allá de estas lecciones puramente prácticas, Zapata es un convencido de que “el golf es un deporte que se presta para pensar la vida y hablarla”. En consecuencia, aparte de los ejercicios que con paciencia y pasión prepara para sus clases y videos, hay un tema transversal al curso: “la teoría del único golpe bueno”.
Más como una filosofía de vida, Zapata guía a sus discípulos para que, como dice la teoría, no piensen en todos los golpes malos de la ronda, sino que se concentren, exclusivamente, en su único buen golpe; aquel que los llena de orgullo, los hace querer volver a jugar y, eventualmente, los enamora del deporte.
No obstante, nuevamente, esta teoría aplicada al golf no es más que una metáfora de la vida diaria. En ella, según Zapata, no hay que enfocarse en todo lo que ha ido mal: la tristeza, las discusiones o la mala fortuna son secundarias. El enfoque debe estar en buscar ese único momento que inspira a seguir dándolo todo, a cosechar éxitos y a ser un “adicto a la vida”.
Pachito predica con el ejemplo. Después de pasar algún tiempo alejado del golf por cuenta de su trabajo como diseñador gráfico, Zapata lo dejó todo, hace más de diez años, para seguir el camino de su padre en el circuito de golf profesional. La aventura competitiva, sin embargo, terminó pronto. Una hernia hiatal y dos hernias inguinales obligaron al aguerrido golfista a alejarse de los campos por más de dos años y a abandonar las competencias profesionales definitivamente.
Pero Zapata, en una demostración de amor sempiterno por su disciplina, no dejó que la vida lo alejara de su sueño. Encontró el único golpe bueno. Cambió su sed de trofeos por la vocación docente en el deporte que tantas experiencias, alegres y amargas, le ha dejado.
Ahora, en sus clases, “Pachito” enseña a sus estudiantes a buscar el único golpe bueno en su diario vivir. La virtualización es sólo otro reto superado por este campeón de la vida.
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