El Kun Agüero: de leyendas e injusticias

Por: Mateo Durango García, estudiante de cuarto semestre de Derecho, con opción en Gestión. Miembro del consejo Editorial, Sección Opinión.
Pensar en Sergio el Kun Agüero me transporta hacia la última jornada de la Premier League de la temporada 2011/2012. Recuerdo que para aquel momento, la Premier había llegado para quedarse en mi vida y yo seguía devotamente cada partido. Aquella vez, prendí el televisor para ver a Djibril Cissé, un delantero de todo mi gusto futbolístico, que para ese entonces militaba en el Queens Park Rangers. Estos se jugaban la permanencia en primera división contra un poderoso Manchester City que debía ganar para hacerse del título. Los equipos de Manchester llegaban empatados en puntos, pero mientras el United de Ferguson ganaba por la mínima diferencia en Sunderland, el City comandado por Mancini agonizaba con un 1-2 en contra, que los alejaba de toda esperanza de salir campeones en su propia casa. Recuerdo estar viendo los dos partidos en simultáneo: la pasión, la angustia y la tristeza que las cámaras enfocaron en las graderías del Etihad, se contrastaron con la efervescencia y la alegría desmesurada de los aficionados de los diablos rojos, que con el resultado adverso de su rival histórico, salían campeones.
Confieso haber hecho fuerza al Queens Park Rangers mientras pasaba constantemente los canales para ver que sucedía en el otro partido que enfrentaba al Manchester United contra el Sunderland, y entonces sucedió algo mágico que probablemente mis ojos no volverán a ver y que en mi opinión, es uno de los momentos más icónicos en la historia de la Premier League y del fútbol mundial.
El reloj marcaba el minuto 90, los “sky blues» seguían perdiendo 1-2 y solo contaban con cuatro minutos para pelear por el título que su mayor adversario parecía arrebatarles. Manchester United terminaba su partido con un resultado a favor, y esperaba casi con las medallas afuera y el trofeo con su nombre grabado, el resultado del duelo del City de Agüero. Sin embargo, el Bosnio Edin Dzeko con un cabezazo magistral lograría empatar el partido a falta de tres minutos para el final. Luego el balón volvería a rodar, el Queens Park Ranger perdería la posesión dándole espacio a De Jong para recuperar el balón y entregarlo Agüero que descargó entonces en Balotelli, quien finalmente devolvió el pase al Kun, este depositaría el balón de manera brillante en la esquina inferior derecha, y solo como los grandes, escribiría una de las páginas doradas del Manchester City y de la historia del fútbol en aquel campeonato que el equipo celeste incluiría en su palmarés.
Para un aficionado del fútbol como yo, entender que Sergio “el Kun» Agüero y el Manchester City separan sus caminos una vez finalice la temporada, es una realidad difícil de digerir. Si bien no soy fanático del equipo de Manchester, ni mucho menos un aficionado del Kun, entender que leyendas como él, deciden partir del lugar que aman, me hace cuestionar el trato que los clubes le han dado a sus estrellas una vez llega el ocaso de su carrera. Es inaudito que después de 13 títulos y 257 goles que lo convierten en el máximo goleador histórico del club, los “citizens” dejen ir a su referente y baluarte. Dejó el Atlético de Madrid por confiar en el proceso de reestructuración del equipo ciudadano, donde dedicó diez años de su vida, elevó al más alto nivel a un Manchester City que llevaba 44 años sin ganar una Liga Inglesa, y que veía como -año tras año- su rival de patio (el United) añadía trofeos a sus vitrinas durante una de sus eras más flamantes y exitosas. El Kun fue entonces, pieza fundamental en la consecución de los logros más importantes de los “sky blues”, logrando revitalizar el club, ubicándolo dentro del “big six”, ese lugar privilegiado que los cataloga como uno de los equipos favoritos en Inglaterra.
Si hoy el Manchester City es reconocido a nivel mundial, es gracias a los goles, el carisma y la figura emblemática que representa Sergio Agüero. Es triste ver cómo hace unos días sus compañeros no le pasaban el balón, como su figura ha pasado de un papel protagónico, a cumplir un rol secundario en el club. Aunque el fútbol evoluciona, la edad aumenta y con ello quizás el desempeño no vuelve a ser el mismo, el Kun Agüero no se puede ir de esa manera del Manchester City, más aún, cuando significó tantos momentos preciados para la institución y la hinchada. Como seguidor del fútbol, creo que las leyendas se deben respetar hasta el final de sus días deportivos, y a pesar de que llegue talento más joven, su legado, liderazgo, jerarquía y logros al interior del equipo hacen imposible creer en una ruptura entre jugador y equipo.
Lo anterior una vez más me confirma que el fútbol ha perdido valores: el mercado, la competencia y demás factores han hecho menos frecuente la figura de amor eterno entre la institución y quienes la representan. Por supuesto, la decisión del Kun es apoyada por un Manchester City, que sin duda alguna puede reemplazarlo fácilmente con algún refuerzo millonario a los que nos tiene acostumbrados, sin embargo, es por lo mismo que no puedo considerarlo un equipo grande a pesar del éxito deportivo que ostenta, pues dejar de lado a uno de sus máximos referentes y permitir que se vaya, solo demuestra que es un equipo con un interés mínimo en sus miembros, en este caso, su primera gran leyenda. Al Kun le deben los momentos más gloriosos de sus páginas deportivas, y lo mínimo es permitir que se quede hasta que decida culminar su carrera en el viejo continente, antes de recalar en Independiente de Avellaneda como muchas veces lo ha expresado.
Al Kun le queda mucho fútbol para dar, nivel para seguir rindiendo ante la más alta exigencia, y talento de sobra para asumir los retos pendientes en una carrera que parece entrar en su recta final, como la de muchos ídolos con los que crecimos. El Manchester City no encontrará nada parecido a él, pierden a su máxima figura, y me sorprende que después de tanto -la intención de renovar el contrato, darle minutos de juego nuevamente y respetar lo que ha hecho para el combinado celeste- se desvanezca en un mensaje de despedida vía Instagram que -para aquellos que nos enamoramos del fútbol gracias a su hazaña en aquel 13 de Mayo de 2012- nos deja con el corazón en la mano y preguntándonos si los equipos de ahora respetan realmente a sus mejores hombres. Parece que como en la vida fuera de las canchas, la posibilidad de encontrar talento jóven desplaza los años de servicio, experiencia, lealtad y grandes triunfos.
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