La inscripción de materias al desnudo

Sobre el autor: Andrés E. Carmona Villegas, Estudiante de Derecho y Pedagogía.
Para nadie es un secreto que el sistema de inscripción de horarios se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para los estudiantes de nuestra Universidad: ya estamos acostumbrados a las caídas de Banner, a no poder inscribir las materias que necesitamos, y a utilizar el Sistema de Conflicto de Horario para cumplir con los requisitos de nuestros programas. A grandes rasgos, las insuficiencias del sistema de inscripción de horarios en nuestra Universidad se manifiestan de dos maneras. Primero, tenemos un sistema de inscripción de horarios cuyas reglas de juego no habían sido comunicadas ante la comunidad universitaria con claridad antes de la publicación de esta columna. Segundo, nos hemos acostumbrado a que Banner se caiga al momento de inscribir horarios.
Para obtener información sobre estas problemáticas, radiqué un derecho de petición de información ante la Universidad el catorce de febrero de este año donde pregunté por los criterios de priorización en los turnos del sistema de inscripción de horarios y sobre las medidas adoptadas por el DSIT para evitar futuras caídas de Banner. En cuanto a los criterios de asignación para los turnos de inscripción de horario, la Universidad respondió que los estudiantes de la Universidad se dividen en tres categorías para la asignación de los turnos de inscripción: estudiantes de primer semestres de pregrado, estudiantes antiguos de pregrado, y estudiantes de posgrado.
Frente a los estudiantes de primer semestre de pregrado, la Universidad manifestó que “su asignación de turnos se realiza de forma aleatoria,” opción apenas lógica si recordamos que los estudiantes de primer semestre siempre inscriben horario antes de los estudiantes antiguos y solo compiten entre ellos por sus turnos de inscripción; asimismo, los turnos de los estudiantes de posgrado también se asignan de manera aleatoria. En relación con los estudiantes de pregrado de segundo semestre en adelante, la Universidad explicó que sus turnos de inscripción se asignan según
{el} indicador de semestre según créditos, el cual consiste en calcular el avance del estudiante, correspondiente a los créditos aprobados en su historia académica y los inscritos del semestre actual {si aún no están reflejados en la historia académica}. Con este indicador, que se calcula de la misma forma para todos los estudiantes, se habilitan rangos de semestre según créditos que se distribuyen de mayor a menor semestre cursado, y de esta forma se van liberando los turnos correspondientes. Existen algunas particularidades a esta población, aprobadas en las instancias correspondientes, que permiten modificar el turno de inscripción a la primera franja horaria disponible para esta población: haber obtenido distinción académica vigente al momento de ejecutar el proceso, ser parte de una selección deportiva de la Universidad, y estudiantes en situación de discapacidad (sic).
Sin embargo, el semestre pasado tuvimos una particularidad que le manifesté a la Universidad en el derecho de petición: los estudiantes que entraban a segundo semestre en 2021-1 no tenían ningún crédito aprobado en Banner, pues aún no habían terminado su primer semestre. En relación con esa inquietud, la Universidad respondió lo siguiente:
(…) para el cálculo del semestre según créditos {de todos los estudiantes, no solo los de primer semestre} se tuvo en cuenta todos los créditos inscritos por el estudiante a corte del 15 de diciembre de 2020. (…) Con respecto a los estudiantes que iniciarán su segundo semestre, se tiene en cuenta los créditos inscritos para calcular su indicador de SSC (semestre según créditos), en las mismas condiciones expresadas en el párrafo anterior. Es de aclarar, (sic) que las pruebas “Saber 11” no influyen en el proceso de asignación de turno.
Las aclaraciones de la Universidad que cité anteriormente son bienvenidas y responden, de manera oficial, a los interrogantes que varios estudiantes teníamos sobre los criterios de asignación de turnos. Sin embargo, es cierto que los criterios empleados por la Universidad son criticables. No es muy justo que los miembros de selecciones deportivas tengan turno prioritario y los miembros de semilleros, concursos, y otros grupos estudiantiles que también necesitan organizar su horario para poder asistir a entrenamientos y reuniones semanales no los tengan. Tampoco me parece muy lógico que la Universidad utilice los créditos inscritos antes de la fecha de retiro y de entrega de notas como criterio para determinar el número de créditos que cuentan para el turno de los estudiantes que pasaban a segundo semestre, pues esa métrica asume que nadie pierde ni retira materias en la última semana de clases.
De la misma manera, la asunción de que los estudiantes de semestres superiores deben inscribir materias de primeros porque necesitan poder ver las materias que necesitan para graduarse tiene sentido para con los estudiantes de noveno semestre y próximos a entrar a consultorio jurídico, pero también permite que los estudiantes de doble carrera y de semestres superiores llenen secciones enteras de ciertas clases de alta demanda, cosa que es bastante injusta.
Es cierto que fuera cual fuese el criterio de asignación de turnos utilizado por la Universidad, una minoría de estudiantes se verían injustamente aventajados y la mayoría injustamente perjudicadas.
Todos sabemos que hay un grupo selecto de profesores de nuestra Facultad cuyas secciones se llenan antes de que inscriban horario los estudiantes del semestre correspondiente porque otros estudiantes aplazan la clase para ver con ellos. Todos sabemos que hay algunas secciones que sencillamente no se llenan porque los estudiantes -actuando como homo economicus- no las metemos porque sabemos que la metodología del profesor no nos conviene y que entrar en ellas menoscabaría la calidad de la educación universitaria que recibimos, nuestra salud mental, y nuestra igualdad de armas para competir por distinciones universitarias. Esas injusticias no obedecen a los criterios de asignación de turnos sino a evidentes disparidades en la metodología de distintas secciones -disparidades cuya reducción es recomendable, pero genera importantes debates en cuanto a la libertad de cátedra-. Cambiar los criterios no solucionaría ese problema: solo cambiaría la minoría de estudiantes injustamente privilegiados.
Por otra parte, también le pregunté a la Universidad por las medidas correctivas tomadas tras las caídas de Banner en enero de 2020 y enero de 2021; pueden consultar a lista completa y la respuesta al derecho de petición que está como documento adjunto al final de esta columna. La Universidad hizo hincapié en que “(…) las razones de la no disponibilidad de Banner de 2020 y de 2021 son diferentes e independientes. Por tanto, los planes de acción y mitigación, aunque comparten componentes, son distintos en sí mismos.” Bajo ese orden de ideas, algunas de las medidas que están adoptando este año son la “Redistribución de procesadores de bases de datos, dando prioridad y mayor capacidad a los servicios de Banner (…)” y el “Robustecimiento de las pruebas de carga y estrés acorde a la programación del proceso y sus diversos escenarios, con el fin de validar la capacidad adecuada de recursos en aplicación y base de datos.”
No soy experto en computadores ni en tecnología, por lo que no sé si las medidas adoptadas evitarán que Banner se caiga en el futuro. Sin embargo, como eso ha sucedido cada enero desde que entré a la Universidad, diría que es bastante probable que también suceda el año siguiente a menos que las autoridades universitarias actúen de manera seria y diligente para evitarlo. No sé si sean capaces de hacerlo, pero el tiempo nos dará la respuesta.
ACLARACION: Originalmente, esta columna iba a ser publicada a inicios de mayo. Sin embargo, como no me parecía pertinente sacar una columna sobre inscripción de horarios en medio del Paro Nacional, decidí pedirle a AlDerecho que postergamos la publicación.
Hoy por la mañana, El Uniandino publicó una columna explicando las verdaderas razones por las cuales Banner se había caído en 2020-1 y 2021-1. Me preocupa profundamente que la información publicada en esa columna -que mantiene que las caídas de Banner obedecen a una falta de inversión en servicios tecnológicos por parte de la Universidad- contradice la información sobre las medidas adoptadas para prevenir caídas de Banner que me remitieron como respuesta a mi derecho de petición. Esa contradicción significa que la respuesta al derecho de petición o la investigación adelantada por El Uniandino son, cuanto menos, inexactas. Confío plenamente en la integridad periodística del Uniandino; del carácter de las personas que responden los derechos de petición a nombre de la Universidad prefiero guardar silencio.
Aquí pueden encontrar el
*Las posiciones y opiniones que expresan los columnistas son personales y no representan ni comprometen las posiciones editoriales del Periodico al derecho.
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