De animales a dioses, ¿La cuenta regresiva del Homo Sapiens?

Por: Mateo Melo Lozano, estudiante de quinto semestre de Derecho con opción en Psicología Social. Miembro del Consejo Editorial, Sección Cultura.
Muy seguramente recopilar el pasado, el presente y el futuro de la historia de la humanidad en un solo libro es todo un reto para cualquier escritor. Las expectativas pueden llegar a ser altas, pero las chances de fracasar también. Sin embargo, el profesor Yuval Noah Harari, a través de su libro “De animales a dioses”, ha ido un paso más allá narrando exitosamente la historia de la humanidad, con una obra irreverente, suspicaz y sobre todo magistral.
El lector de este artículo podría pensar que va a leer una típica reseña sobre un libro donde se detalle sus ideas principales, se citan sus frases más emblemáticas, se debatan sus posiciones más polémicas y se explique por qué es un libro que todos deben leer. Sin embargo, lo que a continuación se va a mostrar es un compendio de ideas que me surgieron a partir de los planteamientos del profesor Harari, porque reseñas de este libro… hay muchas en internet. En ese sentido, este texto abordará la mayoría de temas que se desarrollaron en el libro “De animales a dioses”, pero desde una perspectiva netamente subjetiva basado en experiencias y conocimientos que la vida me ha permitido aprender.
En búsqueda del poder: La autoproclamación del hombre
El profesor Harari llamó “revolución cognitiva” a la etapa donde el hombre daba sus primeros pasos de grandeza, pero esta también fue la etapa que vislumbró un mundo construido en la ficción idealista de la cooperación social para alcanzar el poder. Precisamente, el hombre se convirtió en el usurpador y asesino del mundo natural escudándose en la racionalización como excusa para gobernar y destruir. De esa manera, nos convertimos en los jefes de un mundo ajeno.
Sin embargo, el hombre ha querido ir más allá y desde sus inicios ha tratado de sublevarse a sí mismo. Esto, se ha dado por el orden intersubjetivo que ha imaginado el Homo Sapiens donde se refleja una cooperación jerárquica. Al estar inmersos en mitos, alejados de hechos científicamente comprobados, la jerarquización ha permeado la sociedad y modelado nuestra manera de interactuar. El blanco vs el negro; el hombre vs la mujer; el rico vs el pobre; son casos de jerarquías desbalanceadas a favor del que históricamente ha tenido el control sobre el otro. En consecuencia, pensar en un escenario distinto sin jerarquización es una difícil tarea y más cuando en nuestra historia la discriminación y crueldad son características esenciales de la sociedad.
Ahora bien, como se mencionó arriba, uno de los pilares que sostienen el orden de este mundo es la creación de mitos, los cuales objetivamente pueden no ser ciertos y pueden llegar hacer fantasías que tergiversan la verdad fáctica. Sin embargo, los mitos han generado la cooperación necesaria entre nosotros para construir una sociedad. Por ende, nos hemos estructurado en un orden intersubjetivo que ha conllevado a la prevalencia de la subjetividad en detrimento de la objetividad.
No obstante, los mitos no pudieron trascender sin la importancia del lenguaje, el cual generó la fortificación en los procesos de construcción de sociedades. La barrera que existía entre la información y el ser humano se rompió gracias al lenguaje. En sentido práctico, tener un lenguaje facilitó que la tarea de cooperación se expandiera como mecanismo de desarrollo más rápido y eficaz. Por lo tanto, a lo largo de la historia, el lenguaje también sirvió para consolidar los mitos que el ser humano ha creado para basar su idea de poder. Pero, es importante mencionar que la multiplicidad de mitos que han existido en la historia han sido los culpables de la destrucción masiva de la humanidad, pues la ambición por reconocer su verdad ha producido que la supuesta cooperación que pretenden transmitir sea la razón de generar mayor separación.
La construcción del poder: ¿El camino hacia nuestro fin?
El mundo que hoy en día co-habitamos es muy distinto al de siglos anteriores, empezando por la unificación del humano a través de la cultura. Dicha cultura, que se cimentó en principios contradictorios, ha conllevado a la creación de la “Globalización”, la cual ha repercutido en desterrar a nuestra imaginación los pocos retazos de las prístinas culturas evolutivas del ser humano primitivo. Actualmente, podemos percibir como nuestro camino va guiado cada vez más a la unificación. Para ello, hemos tenido un bagaje de siglos para modelar distintos órdenes intersubjetivos que estructuren la megasociedad actual. En ese sentido, han existido tres factores que además de modelar nuestras vidas han marcado el rumbo de la historia: los imperios, el dinero y la religión.
Desde los inicios de las aldeas en la revolución agrícola hasta los primeros imperios, se ha dejado en claro que el ser humano ha tomado una vida en comunidad y cooperación. En el caso de los imperios, su trascendencia hasta la actualidad no se puede ocultar, gracias a ellos se han forjado las bases del mundo como lo conocemos hoy en día. El imperialismo, como mecanismo político histórico de la humanidad, se ha encargado de generar un convencimiento de unificación y creencia de jerarquización y poder.
De igual manera, la construcción de los imperios actuales fue dada por el progreso que obtuvieron al relacionar la ciencia en los esfuerzos por expandir los imperios. Por ejemplo, el imperialismo europeo que tuvo lugar en el período de la modernidad se dio por la construcción de una sociedad basada en la relación de ciencia moderna, capitalismo y la supremacía de una cultura sobre otra. En este sentido, la llegada del desarrollo científico a la carrera imperialista le dio un beneficio a Europa para dominar el Orden Mundial. Sin ciencia no hay progreso y sin progreso no hay imperio.
Por otro lado, el dinero ha roto los paradigmas creados por el orden ficticio intersubjetivo del hombre, siendo el encargado de contrarrestar el poder de los principios y valores morales creados por el propio Ser Humano. El dinero se ha encargado de modelar una sociedad dependiente de las cooperaciones económicas. Lo anterior, se ha dado gracias a la adopción del capitalismo como modelo económico y de interacción social. Por ende, no veo un mundo sin el capitalismo y no veo al mundo queriendo dejarlo. Si bien, es evidenciable el progreso que ha traído, se ha pasado por alto las consecuencias sociopolíticas de su consolidación.
Del mismo modo, el dinero se ha convertido en unificador/separador de relaciones interpersonales como un factor de igual o mayor importancia que el social, cultural, político y religioso. Sin embargo, el dinero ha traído consigo las repudiables codicias, ambiciones y egoísmos que han desencadenado un infortunio de eventos donde se refleja el lado oscuro de nosotros.
Asimismo, la religión ha tenido un lugar especial en la construcción de las sociedades. Pensar un mundo en donde no existan los principios y valores que proporciona la religión sería insensato. Lo anterior, se debe a que la conducta de la sociedad está modelada bajo unos parámetros de orden y obediencia que la religión le ha proporcionado a partir de creencias divinas o naturales. Por un lado, el Politeísmo contribuyó a la diferenciación de culturas, mientras que el monoteísmo se encargó de ir seleccionando culturas supremacistas. Del mismo modo, las religiones han sido protagonistas en los episodios más tristes de la humanidad debido a la lucha por lograr proclamar su verdad como absoluta e indubitable. Por ende, no vislumbro un debilitamiento del poder de las religiones, pero considero que es el momento para que la objetividad tome mayor relevancia en el juego por el poder.
El poder: ¿el final o reinicio de la humanidad?
Llegado a este punto, el camino al paraíso imaginado por la humanidad se ha caracterizado por innumerables episodios donde el villano es a la vez el protagonista de la historia. El ser humano se ha encargado de disfrazar los ultrajes que ha realizado a través de la creación de órdenes ficticios donde se autoproclama en la cima del poder del mundo.
En consecuencia, debemos analizar nuestro pasado, presente y futuro desde una visión macro histórica, sin el sesgo emocional o sentimental de nuestras perspectivas de la vida. Precisamente, el futuro es un enigma el cual, hasta ahora, somos incapaces de predecir. No obstante, podemos darle un camino, brindarle herramientas para que tome el mejor rumbo y darle un sentido lógico. De lo contrario, nos encontraremos con un futuro rebelde, revulsivo y peligroso. Por lo cual, si no tomamos cartas en el asunto, el paraíso idealizado, por parte de la razón humana, quedará enterrado en las pisadas de un futuro que no tendrá una guía con la que pueda crear algo beneficioso a la sociedad.
Finalmente, uno de los mayores problemas de la humanidad es que ha tomado el poder del mundo sin el más mínimo respeto de los demás seres vivos que lo habitan. Genera tristeza como día a día nos vanagloriamos de ser los más poderosos de este mundo, cuando en verdad somos los tiranos que sublevaron a La Tierra a nuestros designios egoístas. A pesar de ello, La Tierra nunca perderá esta guerra contra el humano, llegará el momento en que se regenere, se transforme y nosotros quedemos en un pasado sin relato, porque el planeta seguirá existiendo pero el humano tal vez no. El futuro es incierto, pero esa proyección de generar nuevas especies o de encontrar la respuesta para la vida eterna solo quedará en nuestra imaginación si antes la Tierra no se venga de nuestros actos contra ella. Es momento de pensar que nosotros tenemos un trono imaginario que pronto se desvanecerá.
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