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EL MISTERIO DE LA PALABRA MONIS: ¿DE DÓNDE VIENE?

Por: Heiler Brian e Isabella Arrubla 

La palabra monis usada por la gran mayoría de los miembros de la Universidad en el día a día es, sin lugar a duda es uno de los términos que reafirma la esencia uniandina, pero ¿alguna vez se han preguntado de donde viene esta icónica palabra? A continuación, haremos una recopilación de algunos mitos sobre este término que rondan en los pasillos de la universidad; entre monitas del servicio, estudiantes, profesores y demás colaboradores logramos recopilar creencias que nos pueden ayudar a acercarnos al verdadero origen de la palabra. 

60 años de la palabra monitos: Una historia de tintos endulzados con hospitalidad 

Un lunes en la entrada del Ml, entre las filas de estudiantes intentando llegar puntuales a sus clases, había una monita de gafas y pelo recogido. Nos acercamos y con una sonrisa respondió diciendo que el origen de la palabra se remonta a 60 años atrás, cuando el campus de la Universidad de Los Andes y sus alrededores era reconocido por el barullo de todos aquellos trabajadores del sector. Los señores del parqueadero, las muchachas de los puestos de dulces con sus grandes sombrillas, los de las empanadas, las arepas e’ huevo y cómo no, los del cafecito mañanero y las limonadas. Fueron todas estas personas quienes encontraron en la palabra “monis” el apodo perfecto para los estudiantes de la universidad. “Monita qué se le ofrece” o “hágale monis que el golpe avisa” eran algunas de las frases que empezaron a resonar en las esquinas, calles y callejuelas de la universidad y cuyo eco fue tan fuerte que en la actualidad aún perdura la palabra “monito”. 

Metamorfosis: De cuna de oro a cariño e igualdad  

Dos estudiantes entre pola y pola se preguntan por qué los llaman monitos si ninguno de ellos es de cabello rubio, sonríen y llegan a la conclusión de que “monis”, “monita” o “monito”, son palabras que llevan consigo el significado implícito de riqueza, de capacidad económica, de haber nacido en cuna de oro. Palabras de tinte color mono. Ese tipo de mono que ha sido, a lo largo de la historia, un querer ser para muchos y a su vez, un ejemplo de todo aquello despreciable para otros. Para algunos es quizás un estereotipo, para otros puede ser historia, el hecho es que el pelo mono, ha sido considerado desde hace muchos siglos atrás, como una característica que revela el capital familiar de un individuo y por ende su capacidad adquisitiva. Es por ello que, desde hace un buen tiempo, las personas que trabajan en las instalaciones de la universidad y sus alrededores llaman a los estudiantes de dicha manera. Lo anterior como resultado de la estrecha relación entre la universidad que ha sido históricamente reconocida por ser de la “elite” y los estudiantes quienes su color de pelo es también categorizado en determinado grupo social. Hoy por hoy, el término ha dejado todos aquellos sentimientos de división para pasar a ser una forma de romper con ese estereotipo anticuado que en ocasiones separa a dos grupos de personas sin razón alguna. La palabra monis es, hoy en día, una manera de balancear ese desequilibrio implícito que existe en el uso del lenguaje tornándose en una palabra con connotación cariñosa; como queriéndonos dejar el legado de: todos somos iguales.  

De la superstición a la lógica  

Disfrutando de un buen pedazo de carne con arroz y plátano maduro bajo el sol en la terraza del C, dos monitas del servicio se miran una a la otra como intentando encontrar en sus miradas cruzadas, la respuesta a la pregunta que acaban de realizarles. Sin tapabocas ni disimulo, estas dos señoras de unos cincuenta y tantos años dejan ver su sonrisa acompañada de un toque de nerviosismo al darse cuenta de que no tienen muy claro el origen de la palabra “monis”. Para ambas, la pregunta las ha cogido desprevenidas, sin embargo, no les cabe duda (ahora que han tenido unos minutos para pensarlo) de que la palabra “monita” o “monito” surge como una forma de llenar ese vacío de no saberse los nombres de los estudiantes. “Es que si no existiera la palabra ‘monis’ uno le estaría diciendo Fulanito, Menganito y Sutanito a todo estudiante que le pasara por el frente y así eso si es muy difícil porque como son tantos pues uno no tendría tiempo ni cabeza pa acordarse de los nombres de todos”.  

La mirada que rompió con el anonimato 

Hace varias décadas cuando en el Espinoza no se veían las tres coloridas torres de City U, el edificio que lleva el nombre del fundador de la Universidad era un simple parqueadero, existía una señora de piel morena y ojos rasgados, cuya fuente de sustento era vender tintos y cigarrillos a los estresados y afanados estudiantes de la universidad. Después de tanto tiempo de trabajar allí buscó la manera de quitarle el anonimato a sus fieles clientes y una fría mañana comenzó a utilizar la emblemática palabra “monitos”. Con el tiempo la palabra monitos se popularizó de tal forma que, tanto estudiantes como demás trabajadores de la zona la empezaron a utilizar en su día a día para referirse los unos a los otros, acabando así con el anonimato que existía en los fríos y lluviosos días del centro de Bogotá. 

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