La esencia es eterna

Por: Gustavo Páez Jr, estudiante de derecho de sexto semestre.
En los últimos meses he pasado por muchos momentos difíciles y extraordinarios en mi vida. El pasar de la sencillez de un buen momento acompañado de un café, a sentirme desolado por los pensamientos vacíos que llegan a media noche como un cambio de clima en la capital -de repente- me han llevado a reconstruirme y entenderme en muchos sentidos de mi vida. Sin embargo, en mi perspectiva cada pensamiento o cada sentimiento, contiene una pregunta de fondo; que se acomoda de acuerdo al clima de la noche o al sabor del café. Aún así, mi pregunta era constante y de alguna forma decisiva “¿nuestra esencia es eterna?” Aquella característica que nos vuelve únicos, esa pizca de diferencia entre tantas similitudes, la gota de color que se nota en un cuadro negro o en palabras sencillas, el motivo por el cual la gente nos identifica y nos ama u odia, ¿iba a siempre acompañarme? Y si esta no era completamente común o agradable, ¿eso me tenía que desconsolar?
Nietzsche era muy sabio al decir que «A veces contemplo la esencia de la vida de una manera tan profunda que de repente miro a mi alrededor y veo que nadie me acompaña, que mi único compañero es el tiempo» ya que cuando hablamos de esencia obligatoriamente aparece la incógnita acerca de la compañía, el tiempo o quizás de la misma construcción de la personalidad. Debido a que, el ser humano siempre intentará acomodar su esencia a las variantes sociales que lo rodean, dado que aunque intentemos negar esa dependencia a los pensamientos externos frente a la unicidad de nuestro actuar, siempre dependeremos de que nuestras acciones agraden, desagraden o simplemente pasen desapercibidas. Y bueno, tal vez, esa variable para descubrir nuestra esencia o mejor, de aceptarla es entonces para mi el poder asimilar que la razón por la cual tantas personas caen en depresión, soledad o sencillamente resignación es porque creemos que la esencia depende de más variantes accesorias.
La esencia de cada persona es eterna, única y perfecta. La razón por la cual cada persona es distinta a la otra no solo nace de una diferencia física, de pensamiento o sencillamente de entes superficiales, sino de su esencia. Pero ahora, el dilema más complejo de este análisis realmente se centra en descubrir ¿cuál es nuestra esencia? Pero la verdad es que para mi, la esencia es un todo y es un nada, es un constante edificio en construcción, pero que siempre tiene un mismo arquitecto y constructor, son aquellos cúmulos de acciones, pensamientos y sentimientos que nos hacen ser nosotros mismos. Y, pese a que no siempre actuemos, pensemos o sintamos de la misma forma, nuestra esencia siempre será ese lienzo en el cual dibujemos o des dibujemos nuestro actuar.
Ahora bien, ¿es posible tener una esencia igual a la de otra persona? Tal vez muchos dirán que sí, debido a que es gracias a ella que se logra obtener empatía, agrado o sencillamente amistades. Sin embargo, para mi es clara la respuesta, y es que aunque existan esencias compartidas, todo aquello que intenta ser igual a algo más, es efímero, mientras que nuevamente nos encontramos con que la esencia es eterna y lo similar, momentáneo.
Para muchos su mayor dilema en un momento difícil es descubrir que la soledad es natural, o que a veces el único apoyo real en la vida es el propio, que la felicidad es momentánea -así como la tristeza- pero que nuevamente, la esencia es eterna y mientras eso sea así, las demás variantes que acompañen nuestra historia no tienen porque ser más valiosos o tener mayor relevancia que el contemplar que nuestra meta finalmente -o tal vez solo para mí- debe ser el aprender a amar nuestra esencia y saber que esta es la que nos mantendrá en el camino del amor propio, de la felicidad y sobretodo de entender que aunque todo falte y la compañía de las personas que nos rodean se desfiguren con el paso del tiempo, nuestra esencia nos hace únicos y lo único, siempre será más grande que lo común.
Mi reflexión final es clara, y se dibuja en forma de mensaje: amémonos, entendámonos en la soledad, no dependamos de otras personas para sentirnos completos, porque aunque no seamos siempre aceptados por nuestra esencia, está siempre será eterna.
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A la pregunta sobre cual es nuestra esencia, claramente no hay respuesta concreta, como usted mismo lo manifiesta, la esencia es un constante fluir cambiante, es un río que jamás se toca dos veces no obstante sigue siendo el mismo, es la chispa que eres y te acompaña, que se enciende y que se apaga por si misma sin extinguirse por completo.
Por otro lado, concuerdo en que no haya dos esencias iguales, son solamente acuarelas entremezcladas formado tonalidades que placen el sentir, que claramente son una buena combinación y se perciben hermosas, pero como la esencia es precisamente eso, lo que hace que cada uno sea quién es, no habrá pares idénticos, ya que la belleza del ente, consiste en ser esencialmente distintos, es casi lógico.
Gracias al autor por su reflexión.
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WoW! Excelente! Estoy de acuerdo. La esencia siempre va a depender de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. Lo importante, es mantenernos siempre en amor incondicional para que nuestra esencia esté llena de paz y luz hasta la eternidad. A mi todo esto me ha llegado es ahora durante la «pandemia» . He logrado entender que no dependo de nadie para ser feliz, todo está dentro de mí y tenía que comenzar ya a cambiar, si quería ser feliz. Por lo tanto, he tenido que aprender a vibrar alto, queriéndome a mi misma y a dejar atrás el apego. Gracias,gracias,gracias.
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