COLOMBIA Y EL NAZISMO: ¿SOLO DISFRACES?

COLOMBIA Y EL NAZISMO: ¿SOLO DISFRACES?
Por: Martín Posada Martínez: Estudiante de tercer año de derecho en la Universidad Externado de Colombia.
El 18 de noviembre de 2021, la Escuela de Policía Simón Bolívar de Tulúa celebró la semana de la “internacionalización” haciendo referencia a la Alemania Nazi. Con disfraces y fotografías de Adolf Hitler, esvásticas, disfraces de la Gestapo, aviones de Guerra, sin duda la academia se internacionalizó, pero en el fondo se deshumanizó. Es importante retomar este suceso, pues la referencia a la Alemania Nazi va más allá de la utilización de disfraces. Al igual que en el Holocausto, los paramilitares en Colombia tenían sus propios hornos patrocinados por el Estado. Veamos.
El evento por parte de la Policía tuvo inmensas repercusiones en las redes sociales y en la prensa. Las embajadas de Israel y de Alemania condenaron los hechos, al igual que el presidente Duque y la directora nacional de escuelas de Policía. De ahí que el director de la escuela fuera despedido e incluso llegaron llegaran propuestas para dictar clases sobre la historia de la Alemania Nazi a uniformados de la policía.
Más allá de los disfraces y símbolos, ¿Aa qué se debe la tan inmediata reacción por parte de las autoridades y la sociedad? La respuesta parece obvia en el entendido de que el régimen de la Alemania Nazi cobró más de seis millones de vidas. El Holocausto es uno de los crímenes más atroces de la humanidad, tanto así que llevó a la reestructuración de las relaciones internacionales y a la evolución de la concepción sustancial del derecho constitucional, buscando una protección más efectiva de las minorías a través de los derechos humanos.
El Holocausto surge como la mejor alternativa para materializar los fines del nazismo. En principio, la idea era deportar los judíos a Madagascar, pero la Guerra hace imposible esa finalidad. Por lo tanto, la solución fue el genocidio. Judíos, opositores políticos, Testigos de Jehová, discapacitados, homosexuales, grupos de población eslava, y gitanos romaníes y sinti fueron asesinados en cámaras de gas. Gran parte de ellos eran llevados de las cámaras de gas a los hornos, donde eran incinerados para evitar dejar rastro.
La utilización de cámaras de gas y hornos sin duda representa una práctica macabra que no debe repetirse. Es precisamente para evitar esos actos y respetar a las víctimas por lo que la policía debía abstenerse de su manifestación. El presidente fue muy efectivo al condenar los sucesos, pues ciertamente se trataba de una vergüenza nacional dar a entender a la comunidad internacional que una institución como la policía le hace alusión al nazismo por medio de disfraces. Sin embargo, los disfraces no son la única conexión entre el Estado con este tipo de regímenes.
Desde 2008, aunque con menor impacto mediático y respuesta por parte de las autoridades, el exjefe paramilitar del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia, Jorge Iván Laverde, alias El Iguano, confesó ante un Juez de Justicia y Paz que entre 2001 y 2003 se construyeron dos hornos con el fin de incinerar cadáveres de personas que habían sido asesinadas por el grupo paramilitar. Uno de ellos estaba ubicado en Villa del Rosario y otro en Puerto Santander.
En la macrosentencia del Tribunal Superior de Bogotá contra Salvatore Mancuso, el Tribunal encontró que 62 de las 999 víctimas de desaparición forzada en manos del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia fueron incineradas en hornos. Además, en sentencia del 24 de septiembre de 2015, el Tribunal Superior del Distrito de Medellín también encontró que el Bloque Cacique Nutibara utilizó hornos crematorios entre 1999 y 2002 en antigua cárcel La Catedral de Envigado para desaparecer las evidencias de los homicidios y así no aumentar las cifras de las estadísticas.
El mismo Tribunal Superior de Medellín, en sentencia del 9 de septiembre de 2016, conoció que el Bloque Cacique Nutibara en efecto utilizó hornos crematorios bajo las órdenes de Carlos Castaño Gil. Según se explica, a través de los hornos desaparecieron los cadáveres de al menos 400 personas que habían sido exterminadas por ser consumidores de drogas. De acuerdo con el testimonio de Mancuso, Carlos Castaño le dijo que las mismas Fuerzas Militares lo presionaban para que desapareciera los cuerpos, pues eso aumentaba las estadísticas y, al no estar en el área de las fuerzas armadas, no se los contaban a ellos como homicidios.
De hecho, la relación entre el Estado y estos hornos es más cercana. En su libro, “Me hablarás del fuego: los hornos de la infamia”, Javier Osuna recoge un testimonio por parte de Jorge Iván Laverde donde reafirma la relación entre esta práctica, la policía y el ejército. “(…) las mismas autoridades nos decían que no dejáramos rastros porque solo nos traían problemas, ‘nos jalan las orejas de Bogotá’, ‘mandan más ley para que los agarremos a ustedes’, ‘hay más órdenes de investigación’, no, entonces desaparezcan. Algunos fueron por allá al río Pamplonita o al río Zulia, a Puerto Santander, pero en la zona de Cúcuta, por ahí arriba, no había ríos”. De ahí la ‘solución’ de los hornos”.
Finalmente, como se recogió en El Espectador, en 2019, Jorge Iván Laverde confesó que, “en alguna ocasión miembros de la Fiscalía nos manifestaron que venía una comisión a desenterrarlos y que sería un escándalo. Ahí tomamos la decisión de incinerarlos en hornos para hacer ladrillos que ya existían”.
Con base en lo expuesto, no busco comparar lo sucedido en Alemania con los sucesos en Colombia. El punto es poner en evidencia que, a pesar de que el Holocausto representa un suceso que parece lejano de la actualidad por su extrema gravedad, está más cerca de lo que se cree y no solo a través de los disfraces. Las mismas prácticas atroces del régimen Nazi se presentaron en Colombia, pero, como explica Timothy Snyder, “Nuestra mala memoria nos convence de que somos diferentes de los nazis al ocultar los aspectos en que somos iguales”.
De ahí la importancia de buscar la verdad detrás del conflicto armado colombiano para que, al igual que lo sucedido en Alemania, los hechos no se repitan y las víctimas tengan acceso a la verdad, justicia y reparación.
Ojalá que, así como el empleo de hornos por parte de los nazis conmocionó a la comunidad internacional y condujo a la reestructuración de los derechos humanos, los hornos empleados por los paramilitares con el apoyo del Ejército, la Policía y la Fiscalía sirvan para que nos tomemos en serio los derechos humanos en Colombia, busquemos la verdad de lo sucedido, evitemos que se repita y respetemos a las víctimas. Los disfraces de nazis fueron sancionados, pero por sus actos parece que algunos, y no solo policías, siempre han portado ese disfraz.
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