Saltar al contenido

El Botón del Fin

Por: Juan Felipe Samboní Argote. Estudiante de primer semestre de Derecho de la Universidad de los Andes y miembro del Consejo Editorial (Sección Opinión).

“No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”-Albert Einstein

El pasado jueves 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia Vladimir Putin, anunció un despliegue militar a Ucrania. Muchos son los propósitos aludidos a esta acción bélica; no obstante, se establecen tres causales principales. Primero, los anhelos rusos de recuperar los territorios que antes de la caída de la Unión Soviética en 1991 habían hecho parte de la U.R.S.S. Segundo, la decisión ucraniana de pertenecer a la OTAN -lo que provocaría el establecimiento de bases militares estadounidenses en este país a pocos kilómetros de Moscú- y el eventual rechazo de esta iniciativa por parte de Rusia, ya que se atentaría contra los dictámenes internacionales pactados bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov en 1980. Y por último, la protección de la población rusa presente en territorio ucraniano, pues la identidad social está condicionada por las zonas limítrofes entre estas dos naciones, pues una parte de la población se acepta a sí misma como ciudadanos rusos y, por otra parte, preexiste un grupo poblacional que se define como civiles ucranianos. Las acciones militares se hicieron notar rápidamente. La noche ucraniana se transformó en día por el accionar de la artillería y misiles rusos impactados en diversas zonas de este país, como Kiev, Lutsk, Dnipro y Odessa. 

Ucrania ha permanecido en resistencia ante la ofensiva rusa, pero como en toda guerra la verdad es la primera víctima. Cualquier conflicto, por minúsculo que parezca, mantiene en sus esferas pragmáticas una definición de la historia condicionada por sus creencias. Es evidente que el ganador es el que define la realidad de una guerra; sin embargo, las acciones promulgadas por cada parte implicada son consideradas hechos verídicos según la vista que los desarrolle. El mundo en este momento se mantiene al tanto de la situación, pues si se desemboca en una guerra mundial, lo más probable es el fin de la especie humana, como han sugerido diversos expertos.

Cabe recalcar que Rusia encabeza al conjunto de países que mantienen activa la reserva de cabezas nucleares, y si el contexto internacional define el comienzo de un conflicto, solo basta con oprimir un botón para exterminar cualquier rastro humano de la faz de la tierra. Según un estudio realizado por la Universidad de Princeton sobre un aparente uso de ojivas nucleares en el conflicto actual plantea que, en tan solo tres horas de iniciarse esta confrontación, las víctimas inmediatas serían 2.6 millones, y al cabo de cuatro horas, las víctimas totales serían cerca de 90 millones de personas. Finalmente, se simula que los países no afectados directamente por las ojivas nucleares se verán afectados por las olas de radiación expandidas a lo largo del mundo.

Estados Unidos y sus aliados occidentales han interpuesto voluminosas sanciones a Rusia, una de ellas, denominada “una bomba nuclear económica” por la revista Forbes, fue la expulsión de ciertas instituciones financieras rusas del sistema SWIFT (Society for World Interbank Financial Telecommunication), el cual es el medio de mensajería universal que conecta a 11.000 instituciones económicas en más de 200 países y territorios del mundo. Esta expulsión podría permitir el desarrollo de un nuevo sistema internacional de comunicación financiera por parte de Rusia, desvirtuando el poderío del dólar como divisa mundial, así lo argumentan importantes figuras bancarias como JPMorgan y Citigroup. Las guerras, de algún modo, usualmente actúan como figura constructiva de la sociedad. Por otra parte, las sanciones de la Unión Europea buscan asfixiar la economía rusa, pues el encarar militarmente este conflicto está mediado por el miedo. Mientras tanto el gigante ruso se mantendrá en sus afanes militares; amenazando a aquel mediador que mantenga una oposición a su accionar. La comunidad internacional, sobre todo la OTAN, ha pronunciado públicamente el apoyo a este país y ha impuesto sanciones a Rusia.

La situación actual, cuya relevancia mediática ha decrecido, me permite indagar ¿hasta qué punto se justifica el hecho de demostrar el poderío militar y económico de un país contra otro? El panorama mundial está en manos de las decisiones de un puñado muy selecto de hombres, la figura dominante de un país es ahora ratificada por la capacidad de darle una fecha de fin al destino de la mayoría. Los Estados son la manufactura que teje su propio desenlace. Al tiempo que Vladimir Putin, como máximo representante de Rusia, ha pronunciado amenazas directas hacia aquellos países que estén en contra de sus objetivos, se desnuda la realidad de nuestro sistema: mientras más poder ostente un Estado, más grandes serán los tentáculos que asfixien a la comunidad internacional. Después de todo, ¿es justo que una pequeña junta de militares y presidentes definan la caducidad de nuestra realidad, sobre todo la de aquellos Estados que son inocentes frente a los hechos desarrollados mundialmente?

Es curioso cómo a lo largo de la historia humana los eventos sucedidos vuelven a tomar presencia, como  lo plantea Friedrich Nietzsche en El Eterno Retorno, pues es evidente que en 1939 la invasión a Polonia -justificada por las ansias del Tercer Reich de anexar los territorios europeos que antaño habían hecho parte del Imperio Alemán- significó el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Teniendo esto en cuenta, se evidencia una similitud en lo que está ocurriendo actualmente en Ucrania, pues las razones de estos dos conflictos son bastante parecidos. La guerra es el negocio de los vivos por administrar los muertos futuros que significaron “libertad” o “terrorismo” para un país determinado. Las vistas necias de los gobernantes intocables juegan a ser dioses sin percatarse de que su propia historia está definida por eventos que podrían terminar con la existencia de sí mismos y de sus enemigos, pues de todas formas para “pelear” se necesitan dos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: