Gobierno Petro: ¿Un verdadero cambio?

Por: Juan José Espíndola, estudiante de Derecho en la Universidad de Los Andes
Durante la dura contienda electoral de este año, se escuchó rimbombante y con una voz altiva el slogan del “cambio”. Un supuesto cambio que prometía austeridad, menos muertos, menos corrupción y por encima de todo, prometía una nueva representación política. De esta forma, la campaña de Gustavo Petro prometía de forma populista, lo que ellos denominaban una verdadera metamorfosis, una nueva variación de la política que generaría menos pobreza, más oportunidades, una sociedad más incluyente y con una escalada prominente en las oportunidades que se le debería brindar a las poblaciones más vulnerables y de menos recursos del país. Sin embargo, en poco más de dos meses de gobierno, los escándalos, las cortinas de humo, los trinos irresponsables y la clara falta de conocimiento sobre lo que es gobernar, tienen a los colombianos con una gran incertidumbre, producto de la falta de experiencia del gabinete de gobierno, en conjunto con los discursos y decisiones sin cohesión que se han tomado.
De esta manera, es importante preguntarnos ¿cuál es el verdadero cambio del gobierno Petro? La respuesta es ninguno. La anterior pregunta se responde simplemente con la actualidad. Partamos del hecho de que contamos con un gobierno que promete cero corrupción, pero que en este momento se encuentra aliado con los mismos clanes políticos que los miembros del gobierno antes atacaban. un gobierno que prometía cero impunidades y más protección a los lideres sociales, pero que, en la realidad del día a día de los colombianos, siguen apareciendo titulares acerca de nuevos asesinatos. De esta manera, es que nos encontramos con un cambio de nombre y supuestamente de papel, pero que en realidad simplemente ha sido un engaño para la mayoría de los votantes de izquierda.
Con respecto al pilar de austeridad de la campaña Petro, podemos ver que, desde la posición de oposición del Pacto Histórico, siempre se sancionó el despilfarro y mal uso de dineros públicos por parte del gobierno Duque. Es más, esta práctica se juzgó de tal forma, que una de las banderas de la campaña de Gustavo Petro fue atacar de lleno el despilfarro de dinero que generaban instituciones y entidades del estado en tiempos de crisis y recesión mundial como los actuales. Sin embargo, al parecer la congruencia no es una herramienta que logre acoplar de forma correcta el petrismo, pues después de 4 años de combatir el despilfarro de dinero, la casa de Nariño a cabeza de Gustavo Petro y con respaldo de Mauricio Lizcano (director del D.A.P.R.E) iniciaron el despilfarro con la compra de televisores de 27 millones y una modesta de compra de unos cuantos plumones por un costo de 4 millones cada uno.
De igual manera, encontramos un gabinete completamente desordenado, que no ha logrado ponerse de acuerdo en sus mensajes a la sociedad colombiana. Seleccionando así al Ministerio de Hacienda como aquella máquina de bomberos que se ha encargado de apagar todos los incendios que ha generado el gabinete inexperto de Gustavo Petro. Es así, como se puede observar como el ministro Ocampo, ocupando el puesto de la niñera de los alineados ministros de Petro; ha tenido que salir a desmentir declaraciones como las que ha dado la viceministra de minas y energía sobre la prohibición de la explotación de hidrocarburos en el país a largo, mediano y corto plazo. Así mismo, el incendio que tuvo que acabar el ministro Ocampo sobre las declaraciones irresponsables de Gustavo Petro sobre el control de capitales en el país.
Sumado a lo anterior, encontramos más incongruencias entre este gobierno y lo que profesaban cuando se encontraban en los escaños de la oposición. Un claro ejemplo de esto es la crítica contundente de Gustavo Petro al exministro Alberto Carrasquilla cuando el gobierno Duque lo nombró dentro de la junta directiva del Banco de la República. Aún así, en este momento y cambiando los papeles, el gobierno Petro avala por completo la gestión y el nombramiento del exministro, aunque en un principio denominaban al mismo como una burla al pueblo colombiano.
A fin de cuentas, los colombianos no solo hemos presenciado dos meses de aprendizaje del actual gobierno, sino que hemos visto cómo la izquierda hoy en día no se ha puesto los pantalones para gobernar, no ha tenido la capacidad y congruencia suficiente para aliviar las voces de incertidumbre y desespero que empiezan a sonar en los entornos económicos y sociales del país. En resumen, Colombia después de dos meses de gobierno sigue esperando un liderazgo responsable, que se encuentre conectado con la realidad del país, que entienda que el verdadero debate no se genera por Twitter y que, por lo menos, cuente con un mínimo de congruencia entre el actuar del gabinete y la realidad actual de las regiones y del mismo país.
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