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Determinación y compromiso con su región: las voces de Pa’lante Pacífico

Al Derecho habló con tres estudiantes de Derecho beneficiarios del Programa -que nació en el 2018-, que empezaron este semestre su carrera universitaria, para conocer más sobre sus perfiles y su experiencia en estos primeros meses en la Facultad.La determinación, la voluntad y la dedicación guían sus pasos en esta oportunidad, que, dicen, algunas veces vieron como inimaginable.

En algunas zonas del Pacífico colombiano la pobreza y la violencia son una realidad diaria para sus habitantes. A esa situación, sin saber a ciencia cierta si es más una consecuencia o una causa de sus problemas sociales más agudos, se le suma el hecho de que el acceso a la educación superior de los jóvenes de esta región es mínimo: solo 4 de cada 1.000 bachilleres ingresa a una universidad acreditada

Ante esta realidad, Miguel Alejandro Rodríguez, estudiante perteneciente al Semillero del Pacífico de la Universidad de los Andes -el cual se encarga del análisis de las dinámicas sociales de la región Pacífica de Colombia-, tomó en 2018 la iniciativa de proponer un modelo de becas para apoyar a la comunidad estudiantil de la región. Más específicamente,  se buscó que los estudiantes que estaban a punto de graduarse de educación media en la región tuviesen una mayor posibilidad de acceder a educación superior en la Universidad de los Andes. 

Una unión de Los Andes y La W Radio permitió hacer este sueño loable una realidad. Se logró, en su primera versión (2018), recaudar más de 700.000 donaciones que permitieron dar inicio al programa con 152 beneficiarios y mediante donaciones se ha logrado mantener durante estos dos años.

Pa’ Lante pacífico brinda un apoyo económico de hasta el 98% del valor de la carrera que elijan los beneficiarios, y hasta dos semestres extras. Además de esto, si el beneficiario no cuenta con la posibilidad de pagar su estadía en Bogotá, el programa ofrece  un año de vivienda gratis, y otros apoyos.

El programa se da a conocer a los estudiantes a través de conferencias en varias instituciones educativas de la región. Posteriormente, junto con su respectivo puntaje en la prueba Icfes, los estudiantes interesados deben aplicar a la carrera que aspiran cursar en la Universidad. La inscripción requiere al aspirante algunos documentos que demuestren su situación socioeconómica, y culmina con una entrevista personalizada, online, que realiza el Centro de Diversidad de la Universidad.

Al Derecho habló con tres estudiantes de Derecho beneficiarios del Programa, que empezaron este semestre (2020-1) su carrera universitaria,  para conocer más sobre sus perfiles y su experiencia en estos primeros meses en la Facultad. 

Todos tienen en común una meta: trabajar por su región. En un futuro, según nos dijeron, todos quieren ayudar, desde diferentes espacios de la sociedad, a mejorar las condiciones de las personas que habitan los municipios de su tierra. La determinación, la voluntad y la dedicación guían sus pasos en esta oportunidad, que, dicen, algunas veces vieron como inimaginable.

Nota Editorial: Al Derecho quiere darles la bienvenida a los estudiantes que, como los 3 con quienes hablamos para este artículo, llegan cada semestre a la Universidad sobreponiéndose con esfuerzo y sacrificio a realidades sociales difíciles. Este es su lugar: la Universidad los estaba esperando, y su presencia, además de ser una justa oportunidad para ustedes, nos enriquece a todos. Aplaudimos el esfuerzo de Los Andes y la sociedad civil para consolidar programas como Pa’ lante Pacífico, Pa’ lante Caribe, Quiero Estudiar, y tantos otros. Las páginas de nuestro medio estudiantil estarán siempre abiertas para visibilizar y promover estos loables esfuerzos.

Toda la vida esperando este momento… Mi punto de apoyo es Los Andes”

Yeiner es un joven de 17 años proveniente de Istmina, Chocó, municipio de 30.000 habitantes, que cuenta con uno de los índices más altos de pobreza del país, con una tasa de 96.3%.

Proviene de un hogar humilde; su padre murió cuando él  tenía apenas 4 años de edad y su madre se hizo responsable de su hogar. Su principal fuente de ingresos es una pensión de sobreviviente de la cual son beneficiarios.

Sobre su vida académica en el Chocó, cuenta que “[estudió] en un colegio con situaciones realmente complejas, hasta que [ingresó] a la Universidad de los Andes”. Desde joven, la política ha sido su vocación y así lo demostró en su vida escolar: fue contralor estudiantil en grado décimo, un cargo desde el cual vigilaba el correcto uso de los recursos en el colegio, personero estudiantil en grado once y veedor de Profamilia.

Cabe mencionar que, en medio del desempeño de sus funciones como contralor, tomó “la iniciativa de convocar a los estudiantes para realizar un paro estudiantil que duró un mes”. Lo anterior, puesto que encontró varias irregularidades en el manejo de recursos por parte de la institución educativa.

Paralelamente, el puesto como joven veedor le ha permitido en varias oportunidades estar de intercambio académico en varias ciudades del país. En una de estas oportunidades, nos cuenta, estuvo de visita en el Congreso de la República aun estando en bachillerato y, allí, pudo contactarse, por primera vez, con estudiantes de la Universidad de los Andes. Según dice, ¨desde ese momento [su] objetivo fue ingresar a esta universidad”. 

“No sé cómo llegaré,
pero que llego, llego” 

“Desde bachillerato sabía de la universidad, pero en mi entorno social esto parecía imposible. Desde el encuentro con los estudiantes de la universidad en el Congreso dije que esa iba a ser mi meta”, afirma con contundencia Córdoba. 

Para lograr esa meta y acercarla a sus compañeros, cuenta, promovió la implementación de los cursos de pre-icfes siendo Personero, dado que el criterio para admisión a Los Andes se sustenta en los buenos resultados en la prueba de estado. “Aproveché esto y además presenté la prueba pre-saber para sentirme más seguro. [Finalmente], hice el Icfes y con mi puntaje aplique a la Universidad y [pude entrar]”. Sin embargo, entre sus 78 compañeros de grado, él es el único que está estudiando en una universidad.

“Uno no está acá por
obra y gracia del
Espíritu Santo” 

No escatima en afirmar que le daba “miedo llegar a una ciudad tan grande como Bogotá”, pero, según él, “la universidad [lo] ha acogido como un segundo hogar”, tanto así, que “no extrañ[a] tanto su casa”.

Emocionado comparte que, para él, “lo que se viene son noches de trasnocho. Así mismo, dice emocionado que tiene “grandes expectativas sobre la Universidad, ya que allí se crean muy buenas relaciones”. En su opinión, “esto hace que los egresados salgan conociendo a todo el mundo. Además de esto, Los Andes hace grandes profesionales y grandes personas». Finalmente, está seguro de que, en un futuro, aspira hacer doble carrera con Gobierno y espera poder llegar a ser representante ante el CEU de estas facultades.

 «Estoy preparándome en Los Andes para mejorar el Chocó»

Paula es una joven de 17 años que, según pudo compartirnos, creció en un  entorno cercano de ¨pobreza, corrupciòn [y] conflicto. “[Este] es  un entorno muy difícil  para un niño¨, cuenta. “Crecí en un municipio sin seguridad pública, donde las bandas delincuenciales y los grupos armados al margen de la ley se disputan el control del territorio”.

Paula creció en el barrio El Caraño, “[uno de los] barrios más peligrosos de Quibdó, donde no se puede salir por la delincuencia común¨. Con “impotencia”, afirma, la inseguridad del entorno en el cual creció, la ha inspirado para que, cuando ella sea profesional, pueda ayudar a mitigar este tipo de realidades en su región.

Nació en un hogar tradicional conformado por su padre, quien actualmente es dueño de una “tienda de barrio”, su madre, administradora de una bodega, y su hermana, que estudiaba en la sede del Chocó de la Universidad Cooperativa de Colombia ¨antes de que cerrara por corrupción¨. 

«Estudié en
lo mejor de lo peor«

¨La educación [en Quibdó] es pésima, sinceramente. Estudié en el colegio Carrasquilla, que es lo mejor de lo peor¨. Sobre su colegio, comenta que, a pesar de todo, le gustaba, y que particularmente los profesores ¨siempre fueron muy comprensivos [y] buscaron siempre conectar con los estudiantes, ayudándolos con sus problemas personales¨.

Paula cuenta que, mientras cursaba su último año de bachillerato, la mayoría de sus compañeros querían seguir estudiando e ingresar a una universidad, pero que “sólo [podíamos] pensar en la UTCH -Universidad tecnológica del Chocó-. No hay ingresos para algo distinto¨. 

¨Desde [que] estaba en octavo de bachillerato, mi familia comenzó a hacer vueltas para que me fuera a estudiar a Medellín, porque tengo familia allí¨. Sin embargo aunque dice que pensaba “que era imposible” contemplar la idea de estudiar en una universidad como Los Andes, siempre consideró que “[es] la más completa”.  

Cuenta que, hace un par de años, estando por terminar su bachillerato, la Universidad de los Andes realizó una charla en su colegio para presentar el programa “Pa’Lante pacífico”. Desde entonces, cuenta, se dijo así misma: “ intentalo”.

¨Desde [que] estaba en octavo en bachillerato, mi familia comenzó a hacer vueltas para que me fuera a estudiar a Medellín, porque tengo familia allí¨. No obstante, dice, independientemente de las facilidades que esto pudiése proporcionarle, siempre consideró que Los Andes era su sueño ideal

Una vez presentó el Icfes, y con resultados “en mano”, aplicó a Los Andes. Tras iniciar el proceso, recuerda, “mucha gente [te] mete miedo, ya que tienen una imagen mala de los rolos y de la universidad”. Por eso, tras ser aceptada y llegar a la Universidad, entró con miedo, pero cuenta con risas que le “ha dado durísimo porque estoy sola como un hongo”.

Por otro lado, reconoce con complacencia que ha encontrado en la Universidad mucha preocupación por el bienestar estudiantil, lo cual, para ella, “da mucha tranquilidad finalmente”. 

«Lo que se viene son retos«

Sobre sus expectativas frente a la Carrera cuenta que ¨lo que se viene [son] retos [tanto] a nivel educativo, como personal. Asegura que tiene mucha voluntad y que “[habrá que] afrontarlos de la mejor manera”. Agrega que, aún cuando sabe que se viene un ‘camino difícil’, en la Universidad hay una  oferta completa de cursos cuyo objetivo es apoyar a las personas con dificultades académicas en cualquier área o simplemente reforzar algunos conocimientos. Asimismo, cuenta que es la “fan número uno” de Coffee Time (un espacio provisto por el Departamento de Lenguas y Cultura para reforzar, con la ayuda de monitores, las habilidades en Inglés), pues, cuenta, la¨[la] ayuda a practicar y aprender mejor inglés; la verdad no contamos con buenas bases en el idioma”.

Dice, por último, que le ha costado adaptarse al nuevo horario académico y las cargas que este mismo le impone. Sin embargo, estos retos, comunes en todos primíparo universitario, no desentusiasman a Paula, quien ve en esos retos miles de oportunidades para su futuro como estudiante universitaria, y profesional. 

“Quiero ayudar a brindar la misma oportunidad que me dieron”

Angela tiene 16 años y ha vivido toda su vida en Tumaco (Nariño). Sobre su infancia apunta: “crecí en un ambiente [de]mucha violencia, pobreza extrema y corrupción de una manera muy cínica. Sin embargo, aún así, las personas son muy amables y serviciales¨. En su pueblo, dice, creció viendo “el  mejor atardecer de Colombia”. Es un territorio hermoso, pero asediado por múltiples problemas sociales. 

Fue criada por su madre, directora de un centro educativo rural, junto con su hermana menor. No obstante, uno de los hechos que más la ha marcado en su vida -agrega- fue el regreso a casa de su padre el año pasado, quien, por sus labores como escolta miembro de la Unidad Nacional de Protección, se encontraba de servicio lejos de la familia.

Respecto a su educación, relata que, inicialmente, ingresó en una institución pública de la que recuerda que “[la] educación es mala; perdíamos jornadas enteras en actividades culturales¨. Además, cuenta con tristeza que tuvo que enfrentarse “junto con la comunidad estudiantil” a “la muerte de varios líderes de la comunidad y los paros de los profesores¨.

Posteriormente, a sus doce años, la matricularon en  un colegio privado en donde “la educación mejoró”. De su paso por aquella institución, recuerda con cariño a varias personas y atesora varias anécdotas, entre ellos a su profesor de español y “[las] clases de sociales que las dictaba un abogado”, que, dice, le permitieron darse cuenta de su verdadera pasión: el Derecho. Junto a esa vocación de justicia fue desarrollando otras pasiones, como la música: un “factor importante en su vida”. Empezó tocando guitarra, pero se cambió al piano y ahora en la universidad quiere incursionar en el saxofón.

Finalmente, Ángela cuenta que se enteró del programa de Pa’lante Pacífico cuando cursaba grado décimo, pues “había un egresado de su colegio beneficiario del programa”. Al finalizar grado once, vio un “carrito” anunciando el programa de becas y repartiendo folletos informativos. Así, una vez habilitada la aplicación al programa para el periodo 2020-10, la coordinadora “viendo los puntajes del Icfes, llamó a las personas que cumplian el requisito del puntaje” para proponerles su inscripción.

“Wow, es una carga académica grande”, es lo primero que anota Ángela cuando se le pregunta por su ingreso a Los Andes. Agrega, no obstante, que “la Universidad es hermosa y que brinda mil oportunidades”. Destaca con entusiasmo el Centro de Español, del cual se declara “fan” porque acude a él para revisar cada trabajo que tiene, antes de presentarlo.

Además afirma que el ambiente universitario es, en sus palabras, “muy bueno; aquí hay gente súper inteligente, muy participativa, que no tiene miedo a opinar o a preguntar¨. Sobre los profesores cuenta que son “muy chéveres” y que le llama la atención que se aprendan el nombre de cada estudiante. Según ella, esto hace que se sienta una confianza más acentuada con ellos y exista una mejor dinámica en las clases.

 “Quiero poder generar la misma oportunidad para mi región”

Ángela es muy consciente de la situación de su tierra natal.  Dice que dentro de sus planes, a corto plazo, está irse de intercambio a otro país. Para el futuro, aspira, una vez termine su “hacer [sus] estudios de posgrado”. Dice sin vacilar que quiere “poder generar la misma oportunidad que [le dieron], porque en Tumaco hay muchas personas inteligentes y con gran potencial, pero no tienen los medios”.

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